Xisco Cruz / Carlos Montes de Oca
El inicio de curso ha dejado al Mallorca en números rojos, en
descubierto. Apenas agotado un tercio de la Liga, todo está
enredado, confuso, con el equipo situado en la última posición y
con la sensación de que algo no funciona. El club se ha visto
obligado a despedir a Floro, recurrir a Llompart y a fichar a
Cúper, además de empezar a escrutar el mercado en busca de
refuerzos que alivien la actual situación. Porque el Mallorca
todavía no ha ganado en casa, y porque después de 13 jornadas suma
su peor arranque desde que regresara a Primera, allá por 1997.
Todo, en tan sólo tres meses. El Mallorca se ha acostumbrado a
caminar sobre un alambre en los últimos años, pero nunca ese
tránsito había sido tan difícil. Desde que el 12 de septiembre el
equipo ganara en Getafe, su salud ha ido empeorando. La derrota
ante el Madrid en la primera jornada ya anunciaba que el grupo que
dirigía Benito Floro no iba a tener una temporada plácida, ni
siquiera después de ganar en el Coliseum Alfonso Pérez. Y así es,
de momento. El Mallorca ya ha agotado un tercio del campeonato, en
el que gran parte ha ocupado plazas de descenso (las últimas ocho
jornadas). A estas alturas el año pasado tenía siete puntos más y
sus dígitos esta campaña son muy enclenques: 2 victorias -todas
lejos de la Isla-, siete derrotas, sólo 10 goles a favor y 18 en
contra. Es el peor equipo de Primera en su estadio, en el que ha
encajado 10 tantos y únicamente ha conseguido sumar dos puntos.
Sólo la llegada de Cúper invita al optimismo.
Y es que el Mallorca tiene otra pinta con el argentino. La dinámica ha cambiado, porque el inicio fue caótico. Después de ganar en Getafe, el equipo de Floro se estrelló ante el Málaga, empató en Albacete y perdió ante el Barça, algo que dejó a los isleños malheridos cuando alcanzaban la quinta jornada. El técnico empezaba a ser cuestionado, porque el fútbol era denso y porque el conjunto bermellón había caído hasta la 15ª posición de la tabla. Por entonces, la entidad de los rivales y la tardía composición de la plantilla sirvieron de coartada, pero a partir de entonces Floro se quedó sin red. El Mallorca acabó la sexta jornada como colista luego de perder en Valencia ante el Levante y las alarmas se encendieron. El empate ante el Villarreal en Palma ayudó poco (el equipo era 18º) y la derrota en Anoeta ante la Real Sociedad acabó por sentenciar al técnico asturiano, que fue despedido cuando el conjunto bermellón era 19º y ya estaba a tres puntos de la salvación. Se había consumido la octava jornada.
El consejo de administración del club echó mano de Tomeu Llompart, que dirigió la cita ante el Racing de Santander, poco después de debutar en la Copa ante el Rayo Vallecano. Ante los cántabros nada cambió y el equipo volvió a perder ante su hinchada, que empezó a pedir el regreso de Cúper. El club se vio angustiado y realizó un importante esfuerzo económico para fichar a Cúper, que se hizo cargo del equipo ante el Sevilla. El Mallorca logró frenar la hemorragia de derrotas y arañó un punto de Sevilla, algo que repetiría una semana después en Son Moix ante el Atlético de Madrid. El equipo volvía a ser colista, porque los rivales iban sumando y porque los empates ayudaban poco. Con todo, la imagen era distinta y la actitud muy diferente. Ante el Zaragoza se logró un triunfo reparador, el segundo del curso, gracias a la puntería de Luis García. El Mallorca se situaba a sólo dos puntos de la permanencia, pero seguía anclado en la 19ª posición de la clasificación. Ya no era una utopía ganar en Mestalla, plaza en la que los baleares no habían ganando nunca. Pero no fue posible, porque al equipo de Cúper le faltó pegada. Ahora el Mallorca vuelve a ser colista, instalado en la zona más fría de la tabla, pero su rostro es bien distinto. Sus números han mejorado (ha logrado cinco de los últimos doce puntos) y ante el Numancia tratará de conseguir la primera victoria de la temporada en su estadio.