Carlos Montes de Oca|SEVILLA
Agazapado, escondido en un rincón del banquillo, al margen del
escaparate mediático, Sander Westerveld (Holanda, 1974) se asoma
hoy al once titular del Real Mallorca. La lesión sufrida ayer por
el portero mallorquín Miquel Angel Moyà empujará esta tarde al
holandés a situarse bajo los palos del grupo isleño por primera vez
en lo que llevamos de torneo doméstico. Hasta la fecha, Westerveld
sólo se ha puesto los guantes en un partido oficial. Fue hace diez
días, en Vallecas, en el encuentro correspondiente a la primera
eliminatoria de la Copa del Rey. Ahora, la desgracia de Moyà le ha
allanado el camino de la titularidad en la Liga.
Sander Westerveld es un tipo tranquilo. Bajo su envergadura -supera los 190 centímetros- se esconde una persona que destila humildad, un hombre discreto que no ha alzadola voz durante los tres meses que lleva encerrado en la cueva del anonimato. Ayer, por primera vez desde que llegó a la Isla una hora antes de cerrarse el plazo, con la primera jornada de Liga ya disputada, el portero holandés concentró todas las miradas de la prensa. Con su parsimonia característica, Westerveld explicó sus sensaciones en las vísperas de su estreno liguero: A Westerveld, no obstante, le hubiera gustado ocupar el marco con Moyà en plenitud de condiciones: A pesar de esa inactividad que acumula, Sander confía en sus aptitudes: Su titularidad coincide con el cambio de entrenador. Westerveld también salió al paso de las expectativas generadaspor la contratación del técnico argentino: Al respecto de las razones que han empujado al Mallorca a la zona pantanosa del torneo, el portero holandés razonó su punto de vista: El arquero holandés mirará los ojos a Baptista, Aranda o Darío Silva, una delantera temible y un rival que ha ganado todos los partidos disputados en el Sánchez Pizjuán.