Carlos Román
Trece grandes premios disputados, tres victorias (Assen, Brno y Losail), tres terceros puestos (Le Mans, Donington y Estoril), 159 puntos conseguidos hasta el momento y la tercera plaza provisional en el Campeonato del Mundo de 125 centímetros cúbicos. Son los números de Jorge Lorenzo en 2004, una temporada que resultará determinante en la evolución del piloto mallorquín. Su última exhibición a lomos de su Derbi le ha acomodado definitivamente entre la flor y nata del motociclismo mundial y le ha señalado como uno de los mejores y más fiables argumentos de futuro.
A falta de tres pruebas para la conclusión del mundial y pese a que los éxitos acumulados hasta ahora componen una hoja de servicios inmejorable, el deportista balear se ha marcado un nuevo reto y quiere apurar al máximo sus prestaciones. El nuevo propósito de Giorgio pasa por estar presente a final de mes en el segundo puesto del cajón de honor de la categoría y conociendo sus cualidades la misión parece asequible. Le costó a Jorge Lorenzo acceder a la dinámica triunfal que le rodea, pero una vez dentro su trayectoria ha sido meteórica.
Avalado por la primera victoria de su carrera (Brasil, en 2003) el isleño empezó la temporada con problemas y eso le ha privado de estar peleando por el primer puesto en estos momentos. Dos carreras en blanco le hicieron partir con retraso en el campeonato, pero la contundencia de sus últimas actuaciones le ha metido de lleno entre los elegidos. Todo comenzó en el circuito de Welkom (Sudáfrica) el pasado 18 de abril. En esa ocasión los problemas en la moto de Jorge fueron evidentes desde la salida y su presencia en la cabeza de la carrera fue practicamente testimonial. Con tiempos discretos desde la primera sesión de entrenamientos, Lorenzo se limitó a llevar la moto hasta la meta y a seguir recopilando experiencia.