Juan Antonio Lladós|REPÚBLICA CHECA
Sólo falló la victoria de Daniel Pedrosa (Movistar Honda), y eso que la tuvo en la palma de su mano, para que el Gran Premio de la República Checa fuese de neto color español, al producirse las victorias de los pilotos Jorge Lorenzo (Derbi) y Sete Gibernau (Movistar Honda RC 211 V), en sus respectivas cilindradas. Pedrosa iba camino de protagonizar una de sus magistrales lecciones, tras aguantar los envites de sus rivales, cuando la lluvia nubló su semblante los segundos justos como para que lo que parecía una nueva victoria acabase en un discreto tercer lugar.
El piloto de Movistar había hecho méritos como para vencer, pues aguantó tras sus rivales cuando estos tiraron en el tramo inicial de la carrera y, en el momento en que lo tuvo claro, decidió tomar la iniciativa y cambió el ritmo de tal manera que en apenas un giro había endosado a sus oponentes más de un segundo de diferencia. Pero falló en su planteamiento cuando unas gotas de lluvia en una zona del circuito le hicieron levantar la mano a la dirección de carrera y aflojar el ritmo, mientras sus rivales, sabedores de que en tanto en cuanto no ondease la bandera roja había que «darle al mango -acelerador-».
El error hizo inevitable su derrota, que de no producirse habría
supuesto la segunda triple victoria en la historia del motociclismo
español, tras la del pasado año en Francia.
Antes, en los 125 cc el mallorquín Jorge Lorenzo dejó claro que en
el cuerpo a cuerpo tiene pocos rivales, mal les pese a sus rivales,
que en algunos casos no encajaron de muy buen grado la agresividad
de que en esos momentos hace gala el piloto de Derbi. Lorenzo supo
esperar y aunque se quedó descolgado en un segundo grupo, el mal
planteamiento de la carrera de los que iban delante le permitió
volver a contactar y mantener intactas sus aspiraciones.