El Mallorca vuelve a asomarse al balcón deinfierno. La humillante goleada en Mestalla ha escocido en un grupo que afronta las últimas rampas de la Liga con las piernas cargadas de errores y la moral agrietada. Edía después de la derrota en Valencia amaneció con una reunión de más de sesenta minutos entre Luis Aragonés y los once integrantes del equipo titular, una terapia de grupo que debe servir para echar arena en el fuego del pesimismo encendido tras las últimas debacles. Perder en la capital del Turia ante un bloque que se jugaba seguir la estela del líder entraba dentro de las previsiones. Entre otras cosas porque jamás había ganado en Mestalla. Pero la imagen que ofreció el Mallorca al inicio de la segunda mitad -encajó cuatro goles desde el minuto 57 hasta el 69- ha provocado que se enciendan todas las alarmas y que la palabra maldita se rescate del baúl de los recuerdos. Con todas las miradas fijadas ya en el compromiso del próximo domingo en Murcia -nadie habla del partido europeo del jueves ante el Newcastle-, el club quiere aislarse del pesimismo que rocía el entorno y agarrarse al clavo del calendario para respirar confianza. La actual situación -cuatro puntos por encima del descenso- ha elevado a la máxima potencia la importancia de la cita en La Condomina. Es un partido terminal. El inicio de la cuenta atrás, una travesía de nueve partidos en la que el Mallorca debe conseguir al menos cuatro victorias para amarrar su continuidad en la elite.
El calendario más inmediato invita a pensar en positivo. Hace exactamente media Liga, el grupo de Luis inició ante el Murcia una racha de cinco triunfos consecutivos que le permitieron escalar desde las posiciones de descenso hasta la sexta posición. Claro que, una vuelta después, las sensaciones que transmite son diametralmente opuestas. El Mallorca ya ha recibido 54 goles -dos menos que toda la pasada temporada-, ha perdido 15 partidos -uno más que la campana anterior- y su racha es para echarse a temblar: 9 de los últimos 42 puntos o sólo dos victorias en las catorce últimas jornadas... Y sus rivales también juegan con fuego de aquí al próximo 23 de mayo. Cinco de ellos están implicados directamente en la lucha por la permanencia, uno es el líder del torneo y los otros tres mantienen la puerta de la UEFA abierta.
Para abrir boca, el domingo visita al colista. Ganar en Murcia supondría un balón de oxígeno clave para afrontar con esperanzas su siguiente partido en casa, frente a la Real Sociedad. La derrota clavaría al conjunto balear en la zona pantanosa y rascaría en una herida abierta hace tres meses y que sigue sin suturarse. Además del grupo donostiarra, por Son Moix desfilarán Villarreal, Málaga y Espanyol, éste en la penúltima jornada, quien sabe si con opciones todavía de permanencia o ya descendido a Segunda. El calendario balear al otro lado del Mediterráneo no es fácil. Al margen de visitar La Condomina, visitará el Manuel Ruiz de Lopera, el Nuevo José Zorrilla, el Santiago Bernabéu para echar el telón en Balaídos, donde jamás ha ganado y ante un Celta que quizás se juegue sus últimas opciones de salvación.