José Luis Oliete ensalzó las virtudes de un Llobregat que siempre dio la cara, pese a sus limitaciones, aunque no obvió los méritos acumulados por sus hombres. El espeso inicio de Drac Inca marcó desde los primeros ataques el devenir de un encuentro que finalizó de forma agónica.
«La primera mitad fue claramente suya. Se mostraron serios en defensa y contudentes en ataque. Para colmo, cuando intentábamos frenarles, nos hacían daño en el juego interior, lo que no es normal», recalcaba Oliete, que realizaba un balance más positivo de la parte más decisiva del choque «en la que defensivamente respondimos a las exigencias del partido. En la pintura apretamos y los detalles individuales de mis jugadores hicieron el resto. Kenny y Kelby se echaron el equipo a sus espaldas. Esto, junto a la terrible seguridad que nos dieron los triples y el apoyo de la grada, decantó la balanza a nuestro favor», explicó.
Una vez más, al quinteto gualdinegro le costó meterse en el juego. Los diez primeros minutos tampoco fueron los deseados (14-23). Oliete tiene una particular visión, pues tiene a sus órdenes «a un equipo pasional, psicológico, que si la mete se viene arriba, y si no, lo notamos. Siempre nos cuesta entrar en los partidos. No somos nosotros mismos, aunque el problema radicó el nuestros tiros durante el primer cuarto», señaló.
La vuelta "y la exhibición" de Navalón fue una de las notas más brillantes de la noche. Oliete, fiel a sí mismo, apeló nuevamente al grupo y definió a su jugador tipo como «honesto, que lo da todo por el equipo». Sobre el valor de la victoria, resaltó su peso a la hora de los triples y cuádruples empates.
Inmerso en una competición en la que la supervivencia es la única consigna, Joan María Gavaldà, técnico del Llobregat, se deshizo en elogios para una plantilla mermada. «Jugamos al límite de nuestras posibilidades, hacemos lo que podemos, pues estamos en cuadro. El Drac Inca hizo un partidazo y mis jugadores lo han dado todo, pero sus hombres más determinantes estuvieron acertados», comentó.