En el fútbol es tan importante saber jugar como saber a qué se juega. La derrota del Mallorca en Liberec sirvió para evidenciar que el Slovan venció aplicando sus argumentos y que los de Kresic sólo pudieron recoger el guante. Marcador hiriente, imagen triste y eliminatoria empinada (3-1).
El Slovan, uno de esos equipos animosos y militarizados que presenta más empuje que calidad, apenas tardó un minuto en presentarse; Petr Lukas acertó a rematar de volea un saque desde la esquina y el barro hizo el resto. El cuero cogió una velocidad de vértigo y fue a estrellarse a la red cuando Leo Franco todavía se estaba colocando las manoplas. El Mallorca ya conocía a los checos.
Los baleares acusaron el golpe y la aparición de la nieve. Marcos pedía unos guantes y Slovan volvía a llamar a la puerta. Sergio Kresic se había hartado de advertir durante la semana sobre el peligro local en la estrategia y el grupo de Skorpil tardó 18 minutos en darle la razón. Johana le sacaba brillo a un golpe franco y dejaba a los rojillos al borde de la hipotermia.
Lejos de mejorar, el Mallorca empeoró tras el descanso. El Slovan empujaba y en la primera jugada a balón parado que tuvo abrió brecha; Jun Roman se adelantaba a la zaga tras un servicio en diagonal y firmaba el tercero (minuto 49). El marcador ya era sonrojante y el conjunto de Kresic coqueteaba con el esperpento.
Fue entonces cuando el Mallorca asomó la cabeza por el partido. Con la única opción de llegar desde la estrategia, los insulares lograron mejorar el aspecto de la eliminatoria. Leo Biagini aprovechó la indolencia del portero Kinsky para empujar a la red la aproximación más tangible del equipo de Ciutat (minuto 60).