El Real Mallorca sigue disfrutando de su mejor momento deportivo. Instalado en la élite, el grupo de Aragonés, se deshizo sin apenas problemas de un Real Zaragoza que deambuló por el césped sin apenas ideas. Los baleares se impusieron en defensa, en el centro del campo y delante. Al término del primer tiempo llevaban una renta favorable de dos goles a cero que sólo se rompió al final del encuentro cuando, en tiempo de descuento, Jameli acortaba distancias. Pero los maños reaccionaron sobre la bocina final y los tres puntos se quedaron con justicia en Son Moix.
La victoria fue el mejor homenaje para Asensio Júnior que vio en el palco como todo un equipo y toda una afición miraba al cielo para recordar al que fue propietario de la entidad. El minuto de silencio será recordado como uno de los más emotivos y sirvió para terminar de motivar a un equipo que, en esta ocasión, no salió con dudas ni adormecido, más bien todo lo contrario.
Desde el pitido inicial los rojillos se sintieron favoritos. La defensa exhibía seguridad, el medio campo creaba y la delantera finalizaba con éxito. A los siete minutos Luque marcó el primero. Una jugada de Ibagaza acabó con el balón en los pies de Miquel Soler, que envió una certera asistencia al segundo palo para que Albert Luque rematara sin piedad al fondo de las mallas. Beso al cielo pasando por el palco. El uno a cero dejó KO al conjunto de Luis Costa. El Mallorca ejercía de equipo grande y, por momentos, era una apisonadora imparable.
Se llegaba con fuerza y con todo. Eto'o enviaba dos balones por encima del larguero de Juanmi y todo indicaba que tarde o temprano llegaría otro gol. A siete minutos para llegar al final del primer tiempo, otra vez Luque, aprovechaba un rechace del guardameta y ejercía de matador en los metros finales. Dos a cero y descanso.
En la reanudación el rival intentó meterse en el partido. Durante la primera parte Burgos había sido un espectador de excepción y en los instantes iniciales tuvo algo más de trabajo, pero tampoco mucho. Los de Aragonés defendían bien y las llegadas desesperadas de los maños se perdían por las inmediaciones de la meta local o, en su caso, era el propio «Mono» quien se encargaba de atajar el peligro. En el minuto treinta Acuña reventó un balón en el poste y quince minutos después, ya con el tiempo cumplido, Jamelli acortó diferencias. Fue la nota negativa de un encuentro muy bien llevado y en el que apenas hubo sustos.