Era su inseparable compañera por todos los rincones del 'paddock', en los buenos y los malos momentos. Desde los inicios y hasta consagrarse como una estrella del motociclismo. María Horrach, madre de Luis Salom, habla desde el corazón del recuerdo de su hijo y agradece las muestras de apoyo, especialmente de la gente del motociclismo, que sigue teniendo muy presente al ‘Mexicano'.
¿Se han hecho largos estos cinco años sin Luis?
— Se han hecho insoportables. Cuando Luis se marcha aquel día, toda nuestra vida cambia. Entonces, de repente nos damos cuenta de que debemos adaptarnos a una situación nueva. Y te cuesta mucho el día a día, levantarte cada mañana. Se han hecho muy largos estos cinco años, y echando la vista atrás, veo que ha sido una trayectoria dura, difícil, de mucha tristeza… Pero a la vez, nos alimentamos de su recuerdo cada día. Con él, la vida me hizo un regalo muy intenso.
¿Su carisma y recuerdo es el mejor legado que les ha quedado?
— La gente no le ha olvidado. Dejó una huella grande, en especial entre la afición y la gente del motociclismo. No hay día que no me llegue ningún mensaje, no de la familia o amigos, sino de aficionados, a quien muchas veces ni llegamos a conocer. Le tienen muy presente.
¿Hasta qué punto cambia todo desde aquel momento?
— Al principio tienes la sensación de que te has bajado del mundo. Nos dejábamos llevar por la inercia, no teníamos fuerza de actuación o decisión. Sí que notábamos una energía que nos ayudaba a continuar. Supongo que la fuerza de la vida, el recuerdo de nuestro hijo y el pensar que él no querría ver que nos hundíamos… Hubo una cosa que tuve clarísima y es que tenía dos hijos más y un nieto en camino. Ellos acababan de perder a un hermano. No podían perder a su madre también. Era injusto, ¿qué les hubiera demostrado? ¿Que mi amor sólo era para Luis? No. Debía seguir, sacar fuerzas de donde no las tenía para seguir. Y José Luis, mi marido, igual.
¿Echa de menos aquella vida?
— Echo de menos a Luis. Echo de menos lo que viví con él en aquel mundo. Ahora, para mí no tiene ningún sentido. Me alegro, especialmente cuando rivales, que además eran amigos fuera de la pista, sé que han tenido un triunfo. También cuando a los compañeros de aquellos años les va bien. Sufro si sé que se han hecho daño y si es oportuno, contacto con la familia para saber cómo evoluciona. Pero he desconectado. No he vuelto a pisar un circuito. La gente que ha querido verme, ha estado en mi casa. Han pasado pilotos y gente del ‘paddock' que me ha demostrado que tenían gran cariño a Luis. Me han hecho regalos inmensos, reviviendo momentos maravillosos.
¿Piensa volver a un circuito?
— No, ahora mismo no tendría sentido para mí. Ese mundo se acabó con la marcha de Luis. Tampoco he vuelto a ver ninguna carrera. No tengo interés. Sigo a algunas personas, porque me une un cariño inmenso por su relación con Luis, como a Ana Carrasco. Y, puntualmente, a compañeros de aquella época.
Sostener anímicamente a los suyos debió ser complicado...
— Al final, te das cuenta de la resistencia que tiene el cuerpo humano. Ese instinto de supervivencia es real. Sacas fuerzas de donde crees que no hay. Ese instinto de protección te permite obtener unas energías vitales.
Se le han realizado incontables homenajes. ¿Alguno le ha llegado de manera más especial?
— Del primero al último; del más grande al más pequeño. Todos son sido importantes.
Su experiencia le ha permitido conocer a personas que han pasado por situaciones similares. Empatizar con ellos, ¿le ayuda?
— Alivia hablar con ellos y ofrecerles tu ayuda, si puedes. O ellos también te pueden ayudar, expresándote su apoyo y confiándote su historia. Existe una empatía grande cuando encuentras a una familia que perdió a un hijo, a un ser querido.
¿Cuál sería la imagen que querría que Luis viera de los suyos?
— Ver a una familia unida, feliz, siguiendo con sus proyectos, avanzando. Y yo creo, y siempre lo he dicho, que Luis nunca hubiera querido ni le gustó verme abatida. Creo que si yo sufro, él sufre. Y si está ahí, como yo creo, no le voy a hacer sufrir.
¿Qué mensaje le da a todos quienes les han arropado?
— Darles las gracias de corazón. Han sido un apoyo grande… Han sido muestras espontáneas, sinceras... El cariño de la gente es el gran legado de mi hijo. No nos ha dejado solos, nos ha dejado rodeados de gente que nos quiere. Por él, por lo que sembró y regaló en su vida.