La historia del motociclismo balear cambió definitivamente un 29 de octubre de 2006. Este sábado hace justo diez años, y por primera vez en toda la historia, un piloto de las islas se coronaba campeón del mundo. Era la primera de las cinco coronas que adornan hoy el interminable palmarés de Jorge Lorenzo Guerrero (Palma, 4 de mayo de 1987). Con apenas 19 años, el 48 de su carenado mutaba en el 1 que distingue a los mejores. A los campeones del mundo.
Tuvo que esperar a su segunda campaña en los 250 centímetros cúbicos. Tras coleccionar una larga ristra de registros de precocidad y conocer el sabor de la victoria en las dos cilindradas pequeñas, le faltaba la guinda: ser campeón del mundo. Un objetivo para el que, desde pequeño y a las órdenes de su padre, Chicho, trabajó incansablemente, y que ese día, en el Circuit de la Comunitat Valenciana de Cheste, pasó de ser un sueño a convertirse en realidad.
Un año después, en Malasia, Lorenzo revalidó su corona de 250 con una carrera de margen, y también ante Dovizioso. De allí, a MotoGP, donde llegaron los otros tres títulos que convierten a Jorge en pentacampeón del mundo (2010, 2012 y 2015).