Además de las salidas de tono del delantero Marko Arnautovic, la otra polémica que envuelve a la selección austríaca se debe estos días a los colores de su segunda equipación, negra y turquesa, que volverá a emplear esta noche en su enfrentamiento con Países Bajos.
El turquesa, un color que carece de tradición en las equipaciones de la selección austríaca, es el mismo tono que emplea desde 2017 como emblema el Partido Popular (ÖVP) del jefe de Gobierno, el conservador Sebastian Kurz. El turquesa fue el color que Kurz, de 34 años, empleó para rejuvenecer la imagen del partido conservador, que hasta entonces se identificaba con el negro.
Así que cuando saltaron a la cancha los once jugadores austríacos con esa inédita equipación ante Macedonia del Norte el pasado domingo, pronto se abrió un debate en las redes sociales: ¿Por qué la selección lleva los dos colores que se identifican con los conservadores y con Sebastian Kurz?
Algunos aficionados se quejaban de ese tono turquesa y de que la primera victoria de Austria en una Eurocopa se asocie con un color tan identificado con el jefe de Gobierno.
La Federación austríaca de fútbol (ÖFB) respondió que el diseño de la equipación comenzó en 2016, después de la anterior Eurocopa pero antes de que Kurz presentase los nuevos colores de su formación política en 2017.
El inusual color de los calcetines, los pantalones y algunos detalles es de un azul turquesa que, según ÖFB y la marca de ropa deportiva Puma, es un guiño a la creatividad del modernismo vienés de comienzos del siglo XX. La camiseta es de color negro, un tono con más tradición como segunda equipación. Otros aficionados criticaron que también el color del autobús en el que se desplaza la selección en esta Eurocopa es de color turquesa.
«Incluso el autobús es turquesa. ¿Por qué no se utiliza la bonita segunda equipación en blanco y negro de 1978?», se preguntaba un aficionado antes del encuentro contra Países Bajos.
El turquesa, además de los dorados, es uno de los colores distintivos que aparecen en algunas construcciones modernistas de los arquitectos Otto Wagner y Adolf Loos. Ese tono turquesa se debe al cardenillo, una sustancia que se forma sobre superficies de cobre, un material muy utilizado en muchas construcciones históricas de Viena, como las cúpulas de la bóveda de la Iglesia de San Carlos o la de San Miguel.