La primera visita del Formentera a Son Moix tuvo un toque especial para uno de sus últimos fichajes. El último derbi balear de la temporada para el Mallorca y el conjunto pitiuso cruzó los caminos de dos clubes que hace nada habitaban en galaxias diferentes y expondrá una serie de contrastes difícilmente admitidos en otras categorías. Supuso, a su vez, otro capítulo en la serpenteante carrera de algunos de sus protagonistas. Como Gori López, un isleño con pasado en Son Bibiloni, que quiere empezar a reinventarse en Formentera.
Hace dos jornadas, Gori se estrenó en la Segunda B después de medio año de lesión e incertidumbre. Seis meses en blanco por una pubalgia que interrumpían una progresión. Debería haber iniciado la temporada en el Osasuna Promesas, pero tras la pretemporada no llegó a incorporarse e inició una travesía por el desierto que le llevó a trabajar en la sombra con el Espanyol B, el Platges de Calvià o el Atlètic Balears.
Al final, con el mercado ya cerrado, el Formentera le abrió las puertas y un nuevo horizonte. Debutó en el Rico Pérez y el pasado domingo tuvo unos minutos (entró en el 89) en Son Moix, un estadio que desde su infancia ha conocido desde la grada. «Jugar en Son Moix era un sueño. Desde los nueve años he ido al campo a ver al Mallorca y poder hacerlo allí es increíble», reconocía el centrocampista.
Gori lamenta que su vuelta coincidiera con una derrota tan cruel como la del Hércules, pero veía a su equipo preparado para sumar en Son Moix. «Este año he ido a ver tres o cuatro partidos y creo que el Mallorca tiene un grupo muy bien trabajado y una buena idea de juego. Es un gran club y ojalá ascienda. Aunque nosotros tenemos equipo para salvar la categoría», apuntaba.