Àlex Santos|BARCELONA
El clásico Barcelona-Real Madrid regresa al Camp Nou poco después
de cumplirse un año del choque que derivó en una doble multa
millonaria al club azulgrana (de la Federación y del Ministerio del
Interior), un expediente a un presidente (Joan Gaspart) y el cierre
del estadio (dos partidos), aún sin cumplir. Un año después, todo
continúa igual; el partido acabó con reparto de puntos (0-0), pero
ninguna de las sanciones se ha ejecutado. Aquella noche del 23 de
noviembre del 2002, el árbitro Luis Medina Cantalejo consideró que
debía suspender el clásico del fútbol español, después de que en el
intento por lanzar un córner Luis Figo la zona donde se encontraba
el madridista registrase un nuevo diluvio de objetos. Dieciséis
minutos después de que árbitro y jugadores Real Madrid se retirasen
del campo, el choque se reanudó, Figo pudo lanzar el saque de
esquina y al final un empate a cero y muchos interrogantes, el más
comentado de todos: ¿Se cerraría el Camp Nou?
Así lo temió el barcelonismo después de que su presidente, Joan Gaspart, cometiese un error de cálculo en su intervención tras el encuentro, cuando aseguró: «No se puede venir a un campo de fútbol a provocar de una manera ostensible. Encima, se ha premiado la provocación». Una ley no escrita en el mundo de fútbol acepta como atenuante que un futbolista solicite de inmediato perdón. Gaspart, en cambio, había apagado con gasolina el incendio.
Con este caldo de cultivo, la Comisión Nacional contra la Violencia en los Espectáculos Deportivos propuso el cierre del estadio, la apertura de un expediente a Gaspart y 60.000 euros de multa.