Pocas veces en los últimos tiempos un partido de liga regular había despertado tanta expectación. Hay que remontarse al mágico mayo de 2019 para recordar un ambiente así en un Son Moix que citó de nuevo a los aficionados al baloncesto. Al deporte en sí, pues el reclamo era demasiado atractivo y permitió disfrutar de una panorámica alejada de la rutina del Palmer Alma Mediterránea Palma. Nada menos que uno de los mejores jugadores españoles de todos los tiempos hacía acto de presencia en un Palau d'Esports que esperó con ansia su aparición sobre el parqué.
Aunque fue recibido con una sonora ovación el equipo de Pau Tomàs y Álex Pérez, todos aguardaban la irrupción del 33 del Girona en pista. De Marc Gasol, todo un campeón de la NBA y mundial, plata olímpica y exponente de la mejor generación que ha conocido el baloncesto español. Su ausencia en el calentamiento inicial generó dudas -tampoco apareció en el entrenamiento matinal- entre todos aquellos que hicieron un parón en sus vacaciones de Semana Santa para vivir una tarde histórica. Un partido para recordar.
Porque en una temporada tan dura como la que vive el Palmer Palma, el apellido Gasol ha supuesto todo un acicate para una afición que ha dado la espalda al proyecto de referencia durante toda la temporada pero que, como es costumbre, responde cuando tiene un buen argumento para volver a ocupar su localidad en un Son Moix que acarició el lleno en un día de reecuentros. El primero, el del baloncesto mallorquín con su afición, que existe aunque no lo parezca.
Se cayó Son Moix cuando Marc cerró la salida de un Girona que levanta pasiones allá donde va. Normal, teniendo en cuenta que tu presidente y jugador franquicia es una leyenda viva. La que capitalizó todas las miradas: en pista y en el banquillo, en la rueda de calentamiento... Porque no todos los días te visita Marc Gasol. Aunque los habituales también recordaron a Jawara y Fjellerup en la presentación más motivante que el Palau ha vivido tras la pandemia. Ojalá cada quince días fuera así...
A cual Mister Marshall, a Marc Gasol se le dio una bienvenida con honores. Hasta la Federación Balear de Baloncesto y el propio Bahía San Agustín le brindaron un reconocimiento previo. Pero con el balón al aire, ya no había amigos, aunque el 90% tenía claro por qué había dedicado la tarde del sábado santo a darse un salto a Son Moix, pese a que siempre hubo aliento para el anfitrión, un Palmer Palma que no quería ser un figurante en un día de fiesta.