Estudiantes llora la mayor tragedia de sus 64 años de historia, la del descenso que se consumó ayer, lo que deja huérfana a la máxima competición nacional de baloncesto, que siempre contó con su participación junto a Joventut y Real Madrid.
Atrás quedan los sueños de Antonio Magariños, catedrático de latín del instituto Ramiro de Maeztu, y de tantas y tantas generaciones de jugadores, entrenadores y aficionados que protagonizaron y cantaron las gestas de un equipo de patio de colegio que se codeó, en su momento, con la elite española y europea de la canasta.
Hablar de la historia del Estudiantes es hacerlo de la historia del baloncesto español. De los Antonio Díaz Miguel, Vicente Ramos, José Luis y Gonzalo Sagi-Vela, las tres generaciones de los Martínez Arroyo, Fernando Martín, Felipe y Alfonso Reyes, Miguel Ángel Estrada, Nacho Azofra, José Miguel Antúnez, Alberto Herreros, Carlos Jiménez, Ignacio Pinedo, José Antonio Montero, Jesús Codina, Aito García Reneses y tantos y tantos otros.
Ilustres
De John Pinone, David Russell, Ricky Winslow, Chuck Aleksinas, Danko Cvjeticanin, Pancho Jasen, Mike Schlegel. Del ‘Yeti', ‘Patas', Saltamontes', ‘Chimpa', ‘Cura' o ‘Pinoso', porque en el Ramiro los apodos siempre fueron consustanciales con los jugadores.
Del patio de colegio salieron jugadores gloriosos que inscribieron su nombre con letras de oro en el libro del baloncesto español y que elevaron a Estudiantes a la gloria de una Final a Cuatro de la Euroliga en 1992, de un subcampeonato de la Copa Korac en 1999, de cuatro segundos puestos de Liga (62-63, 67-68, 80-81 y 03-04), y, sobre todo, de tres títulos de Copa (63, 92 y 2000).
Bien es cierto que el actual Estudiantes poco o nada tiene que ver con el Ramiro, con el que apenas le ligan unos vínculos emocionales. Pero justo en estos trágicos momentos la melancolía de los tiempos pasados parece volver con más fuerza que nunca.
A la espera de que situaciones extradeportivas puedan devolver al Estu a la máxima categoría, parece que un regreso a los orígenes, al menos en lo ideológico, puede ser la solución de futuro de un histórico en sus horas más bajas. La mala situación económica de un club que quizá se creyó lo que no era, ha pasado factura en los últimos años, en los que se coqueteó demasiado con el descenso. Un descenso que ahora se ha materializado de forma cruel. Estudiantes ya no es de ACB, pero los aficionados ya cuentan los días que faltan para su regreso.