El Power Electronics Valencia, al imponerse en la final de la Eurocopa al Alba Berlín, conquistó hoy el tercer título de su historia, que supone un premio a la profunda reestructuración que ha vivido la entidad en los últimos diez meses.
Tras sufrir la enésima decepción deportiva con los resultados de la pasada campaña y aceptar la dimisión del presidente ejecutivo Manuel Llorente, los máximos accionistas del club, Juan y Fernando Roig, iniciaron un profundo proceso de reflexión del que nació un 'nuevo' club.
La renuncia de Pamesa después de más de veinte años como patrocinador y el consiguiente cambio del nombre comercial del equipo, ahora llamado Power Electronics Valencia, fue el símbolo de una profunda reestructuración marcada por una notable reducción del presupuesto de la entidad.
«Ya no seremos nunca más un club de ricos», dijo entonces Vicente Solá, que junto a Paco Raga se ha hecho cargo de la dirección del club como presidente y vicepresidente, respectivamente, y que entregaron la dirección deportiva del club al secretario técnico Toni Muedra y al técnico Neven Spahija.
Entre ambos construyeron una plantilla que combina juventud y experiencia con jugadores de la casa y que ha permitido a la entidad redimirse ante su afición, que tras los continuos desengaños de las pasadas temporadas se había alejado de la entidad progresivamente.
El trofeo conquistado hoy acompañará en las vitrinas del club valenciano a la Copa del Rey que ganó en Valladolid en 1998 y a la Copa ULEB que alzó en la campaña 2002-03 y como sucedió cuando conquistó este último título llegará acompañado de una plaza para disputar la próxima edición de la Euroliga, la máxima competición del baloncesto europeo.
El Bilbao, más intenso, se lleva la tercera plaza ante el Panellinios
El Bilbao Bizkaia Basket consiguió la tercera plaza en la final a cuatro de la Eurocopa al vencer al Panellinios griego (76-67) en un encuentro que supo jugar con más intensidad al final, apoyado en su superioridad en el rebote y también en las gradas.
El partido de consolación empezó con poco juego, aunque con seriedad. No había espectáculo, pero tampoco pérdidas tontas. Tras un intercambio de canastas, los griegos se pusieron tres arriba merced a varios errores de los bilbaínos, lo que obligó a Katzikaris a sacar a su estrella Banic, al que había dejado en el banquillo.
Algo se notó, porque de ir tres abajo los bilbaínos se colocaron tres arriba. En medio de un carrusel de cambios, pronto empató el Panellinios gracias a los buenos movimientos debajo de canasta de Vougioukas, autor de siete puntos en este periodo.
Acabó el primer cuarto con 17-15 para los vizcaínos, bastante mejores en la valoración pero incapaces de reflejarlo en el marcador.
Con el escolta Seibutis jugando de base, los bilbaínos se colocaron siete arriba al inicio del segundo cuarto, lo que obligó a pedir tiempo muerto a los griegos. La reflexión dio resultado, puesto que se acercaron a uno; ahora eran los bilbaínos los que solicitaban tiempo.
Un triple de Warren empató el partido a 29, aunque por poco tiempo, ya que los griegos seguían arriba, en un cuarto que dominaron gracias a su acierto atacante. Al descanso, 35-39.
Otro triple de Kalaitzis abrió la segunda parte; dejaba el marcador siete arriba para los griegos, más intensos en defensa. No habían pasado dos minutos y Katzikaris ya había cambiado de base en busca de soluciones, de nuevo con Seibutis en la dirección. Otra vez funcionó el apaño y los bilbaínos empataron el partido.
Por fin se había podido despertar el público, mayoritariamente bilbaíno, y el partido entró en una fase de más intensidad y más bullicio en las gradas.
Un triple de Blums, que tuvo que volver a su antiguo puesto de base ante el mal partido de Salgado y la baja de Rodríguez, puso a los bilbaínos arriba, por primera vez desde hacía quince minutos y cuando sólo faltaba uno para el final del tercer cuarto. 58-54 al acabar este periodo y la impresión de que con el apoyo del público, los bilbaínos podían ganar.
Para corroborarlo, otro triple de Blums abrió el último cuarto, seguido de un conato de bronca, señal de que los dos querían vencer.
Los bilbaínos aguantaban su ventaja, y entraron en los últimos cinco minutos cinco arriba, entre gritos de apoyo que no podían ser contrarrestados por los apenas tres docenas de aficionados griegos.
Corría el reloj y los bilbaínos, con no muchos aciertos pero dominando el rebote ofensivo, mantuvieron la ventaja. Llegaron al último minuto seis arriba; jugando a las cuatro esquinas y metiendo los tiros libres, el partido no se les escapó.