El Atlético Baleares cierra este domingo un periplo de 14 temporadas consecutivas en la categoría de bronce del fútbol español, donde se había convertido en uno de sus clásicos desde que consumó su último ascenso ante el Tudelano el 23 de mayo de 2010. Los balearicos se ven abocados a disputar la Segunda RFEF la próxima temporada cuando aún restan por disputarse cinco jornadas para bajar el telón a una campaña que ha culminado la deriva negativa en la que se había instalado en los últimos años.
Tres campeonatos ligueros (2011-12, 2018-19 y 2019-20), una Copa Federación (2015-16) y cuatro participaciones en los playoffs de ascenso a Segunda División dan forma al balance de casi tres lustros de la historia más reciente del Atlético Baleares, que pasó de acariciar el fútbol profesional a superar un concurso de acreedores y regresar a un renovado Estadi Balear después de los exilios en Magaluf y Son Malferit. Su mejor resultado histórico en la Copa del Rey y otras dos salvaciones agónicas en la última jornada aderezan una trayectoria en la que estuvo más cerca que nunca de regresar a la división de plata en sendas eliminatorias de campeones ante el Mirandés, el Racing de Santander y el Cartagena.
El Atlético Baleares inició esta última andadura en Segunda División B en la temporada 2010-11 en el que fue el preludio de su salto al primer plano de los equipos más competitivos de su liga. No en vano bajo la batuta de Fernando Crespí y Tolo Cursach los blanquiazules lograron el título en la campaña 2011-12 y se jugaron el ascenso con el Mirandés, que asaltó el Estadi Balear 1-2 para sellar su salto de categoría. El Lugo de Quique Setién apartó a los isleños de la vía larga por el ascenso y el ATB entró en una fase de transición hasta que las dificultades económicas y la clausura de su histórico feudo le llevaron a una situación comprometida en la campaña 2013-14.
Con Dani Fiol como presidente y Nico López en el banquillo el ATB rozó la proeza de disputar los playoffs de ascenso desde su fortín de Magaluf, pero se quedaron a las puertas antes de que un nuevo orden asumiera el control de la SAD blanquiazul. El cambio a Son Malferit y el desembarco de Ingo Volckmann como propietario en 2014 dio un nuevo impulso a la travesía balearica en la categoría de bronce, aunque, al margen de la Copa Federación lograda en la 2015-16, no se asomó a los playoffs por el ascenso hasta el curso 2016-17 con Josico en el banquillo. El Albacete amargó al Atlético Baleares en la segunda eliminatoria y alimentó las aspiraciones de una propiedad extranjera que no dejó de invertir.
Los experimentos en el banquillo de la campaña 2017-18 sólo encontró alivio en la última jornada con Manix Mandiola a los mandos de la nave blanquiazul. El preparador eibarrés guió al equipo a la permanencia en la última jornada y estableció una línea a seguir que se tradujo en el título de la siguiente campaña 2018-19 con Son Malferit convertido en un fortín. El Racing primero en la eliminatoria de campeones y el Mirandés después tras deshacerse del Melilla entre medias frenó el sueño de Ingo Volckmann de dar el salto a Segunda siempre con Patrick Messow como director deportivo.
El regreso al Estadi Balear y otra decidida apuesta de la propiedad en la temporada 2019-20 no fueron suficientes para lograr el ascenso en los playoffs exprés que se disputaron en Marbella cuando el COVID lo paró todo. La pandemia rompió algo en el equipo campeón del grupo 2 de Segunda B y, tras la decepción en la final de campeones en los penaltis ante el Cartagena, llegó el cataclismo de la eliminación a manos del Cornellà que acabaría con el crédito e Manix Mandiola.
Un nuevo formato de liga llevó al Atlético Baleares a jugarse su ingreso en la Primera Federación en el desenlace de un curso 2020-21 en el que Xavi Calm recogió el testigo de Jordi Roger en el banquillo para firmar un gran tramo final de liga que permitió a los blanquiazules situarse en el nuevo tercer escalón del fútbol español.
Ingo Volckmann no solo dio continuidad a la metamorfosis del Estadi Balear sino que realizó las inversiones más importantes de su trayectoria en el club para asaltar el ascenso. Después de no llegar a los playoffs en la 21-22, los balearicos, cuyo banquillo se convirtió en una silla eléctrica, tuvieron que esperar a la última jornada de la 2022-23 para lograr la salvación con una agónica victoria en Las Gaunas.
El desgaste, la situación económica de sus empresas y el gasto para remodelar el Estadi Balear propiciaron un descenso en la inversión de la propiedad de cara al ejercicio 2023-24. Con una plantilla descompensada, castigada por las lesiones y un inicio marcado por la escasa confianza en Tato la deriva balearica sería imparable. Ni el cambio de rumbo con la contratación de Juanma Barrero ni el mercado de invierno fueron suficientes para alterar la dinámica a la baja de un equipo que ha circulado gran parte de la temporada en unos puestos de descenso que ya no abandonará en las últimas jornadas. El fichaje de Jaume Mut ya era un anuncio de cara a los planes de la próxima temporada en una Segunda Federación que ya es una realidad para los blanquiazules.