El Atlètic Baleares se ha quedado por segundo año consecutivo fuera de los playoffs en una temporada en la que arrancaba con una inversión para pujar por el ascenso directo a Segunda. Las claves del fiasco blanquiazul señalan a todos los estamentos de la entidad. Desde los despachos hasta el banquillo pasando por el vestuario se han entrelazado errores a los que se sumaron plagas de lesiones y un brote de coronavirus.
RESULTADOS
Trayectoria a la baja
Más allá de consideraciones más o menos subjetivas y variables al margen de la pelota, los números ponen de relieve la caída del Atlètic. De los 33 puntos de la primera vuelta (tercer puesto) se pasó a 26 en la segunda (décima plaza), de los 40 puntos con Xavi Calm en 25 encuentros (11 de 33 en la racha que le costó el puesto) a los 16 de Eloy Jiménez en 12. Sexto equipo como local y décimo como visitante, el bagaje lejos del Estadi le ha penalizado mucho junto a sus empates. Ha terminado sexto con 15 victorias, 14 empates -el segundo con más tablas del curso- y nueve derrotas. Además, ha sido el sexto máximo realizador y el cuarto menos goleado arrojando un balance de escasa rentabilidad tras diez jornadas sin marcar y 13 porterías a cero en curso con tres técnicos y la participación de 30 jugadores.
DIRECCIÓN DEPORTIVA
El mercado y el banquillo, claves
El ATB comenzó el verano en todas las quinielas para pelear por el primer puesto con fichajes de relumbrón y contratos propios de una liga superior. Sobre el papel infundía respeto, a la larga dejaba la complejidad de formar un equipo y de encomendarse a la pegada. Una gran inversión de Ingo Volckmann que permitió al director deportivo, Patrick Messow, y al secretario técnico, Jordi Roger, diseñar un combinado con figuras de la categoría y compromisos de más de una campaña que fueron una apuesta atractiva para atraer futbolistas y después un punto de discordancia. La apuesta para el banquillo fue la continuidad de Xavi Calm, que fue destituido en puestos de playoff con una mala dinámica y gozando del apoyo del vestuario tras un mercado de invierno que, salvo Víctor Pastrana, se saldó con fichajes que ni le dieron un salto de calidad al grupo ni paliaron la plaga de bajas en un tramo clave. La elección de Eloy Jiménez, con una plan de juego alejado de la ambición del club y que no dio con la tecla para hacerse con el grupo ni cambiar la inercia, empeoró los registros hasta el episodio del relevo en la última jornada con todo casi perdido. Ni unos ni otros hicieron funcionar al ATB, a veces con decisiones tardías y otras basadas en emociones.
PLANTILLA
Altibajos e intrigas
Con pocos jugadores dando un paso al frente en los momentos de dificultad, varios molestos con las primas de la Copa y algunos pendientes de su contrato en la segunda mitad del curso, la plantilla también tiene su cuota de protagonismo, sobre todo, cuando asume un peso más allá de sus funciones en el verde como propiciar cambios de sistema y salirse del plan de la pizarra. La unión que se escenificaba en los momentos de alegría se enrareció cuando el camino comenzó a complicarse y se pasó a mirar al de al lado.
AUSENCIAS
Plaga de lesiones y coronavirus
Las bajas, muchas musculares, han sido una constante y no han sido precisamente bajas cualquiera. Las intermitentes apariciones de uno de los hombres llamados a marcar las diferencias como Hugo Rodríguez; lesiones prolongadas como las de Jesús Álvaro o Iñaki Olaortua; el déficit de efectivos en muchas jornadas en el centro del campo con bajas de varias semanas tanto de Cordero y Alfonso como de Petcoff y sobre todo de Armando a las puertas del esprint final han ejercido su efecto a la hora de tener la máxima calidad en el trabajo, la mayor competencia posible y disponer de todos los rescursos para presentar el mejor once. El COVID azotó al vestuario y lo hizo en una fase del calendario que obligó a un maratón de partidos en una plantilla con más de 29 años de edad media y con el sobreesfuerzo copero.
CALENDARIO
El KO del torneo
La histórica andadura en la Copa del Rey dejó momentos apoteósicos ante Getafe y Celta y un elevado peaje tanto en lo físico como en la gestión emocional. No sólo llevó a desviar el foco de la liga sino que colmó el depósito de ambición y un bajón de adrenalina. En lugar de servir de referencia, se convirtió en una penitencia.