«Han inventado una pastilla que equivale a hacer deporte». Seguro que ha escuchado un comentario similar a este en los últimos días, ya que algunos medios de comunicación han publicados noticias sobre este asunto. Sin embargo, ¿cuánto de verdad tiene a día de hoy? ¿Es cierto que si te tomas una pastilla ya no tienes que ir al gimnasio?
El experto en Salud Pública y Medicina Preventiva, Joan Carles March, responde que «el fármaco que promete ser ejercicio en una pastilla podría mejorar la vida de personas enfermas, pero es poco probable que sustituya las ventajas de hacer ejercicio regular. Si puedo hacer ejercicio, debería seguir adelante y realizar la actividad física. Pero hay muchos casos en los que se necesita un sustituto». Además, destaca que «esta pastilla todavía no existe y, aunque se desarrolle en el futuro, no está claro que nos pueda librar de hacer ejercicio». No obstante, reconoce que se han producido« grandes avances» en los llamados fármacos miméticos del ejercicio en los últimos años.
Experimentada con ratones
March aclara que «los fármacos que imitan procesos químicos en el organismo no son nuevos. El famoso medicamento Ozempic (semaglutida) también es un mimético. Imita la hormona GLP-1 que se libera en el tracto gastrointestinal en respuesta a la ingesta de alimentos, por lo que hace que disminuya el apetito y ralentiza la digestión. Pero también tiene sus propios inconvenientes y efectos secundarios».
El experimento se realizó sobre ratones obesos, a los que se había inducido síndrome metabólico. «Los efectos fueron muy prometedores: aumento del metabolismo y de la quema de grasa corporal y mejora en la sensibilidad a la insulina. En otras palabras, los ratones experimentaron los mismos efectos de haber hecho ejercicio aeróbico», detalla. El siguiente paso sería la fase de experimentación con seres humanos, «pero que estos efectos se puedan reproducir en personas todavía está por ver. Son agonistas de esos receptores que están implicados efectivamente en la expresión de un montón de genes mitocondriales. Otra cosa es hasta dónde puede llegarse con ello. Curiosamente, para reforzar nuestras mitocondrias y generar nuevas tenemos que pasarlo mal».
March argumenta que «el ejercicio es una fuente de estrés puntual, que estimula la renovación y el crecimiento de las mitocondrias, pero no es lo único. También lo son otras formas de estrés ambiental positivo, como las bajas temperaturas». Mención aparte merece el ayuno intermitente. Por una parte, «protege a las mitocondrias en el cerebro, el hígado y los músculo y no debe descartarse por beneficio en pérdida de peso. No obstante, también hay una investigación, con datos de 20.000 adultos que consumían alimentos en una ventana de 8 horas y ayunaban 16 horas, que detectó posibles riesgos para la salud cardiovascular».
Por el contrario, advierte que «si le damos a nuestro cuerpo más energía de la que necesita (por ejemplo, con una dieta alta en azúcar y grasa) y, sobre todo, si dejamos de movernos y hacer esfuerzos físicos, las mitocondrias se reducen tanto en número como en capacidad para generar energía».
La actividad física previene enfermedades
El especialista en Medicina Preventiva explica que «los fármacos miméticos del ejercicio son una clase propuesta de terapias que imitan o mejoran específicamente los efectos terapéuticos del ejercicio». En este punto, razona que «el aumento de la actividad física ha demostrado efectos positivos en la prevención y mejora de una amplia gama de enfermedades, incluidos trastornos cerebrales como la enfermedad de Alzheimer y la demencia, el cáncer, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Se analizaron los mecanismos moleculares y las vías de señalización asociados con los efectos beneficiosos de la actividad física, centrándose en los efectos sobre la función cerebral y la mejora cognitiva. Se discutieron los objetivos terapéuticos emergentes y las estrategias para el desarrollo de miméticos del ejercicio, particularmente en el campo de los trastornos del sistema nervioso central, así como las oportunidades y desafíos asociados».
El estudio presentado este mes en la reunión de la Sociedad Química Estadounidense (ACS) por el investigador Bahaa Elgendy y su equipo de la Universidad de Washington, se centra en un compuesto llamado SLU-PP-332 que es capaz de activar la génesis de nuevas mitocondrias, actuando sobre el mecanismo que activa el ejercicio. «De ahí el título de su presentación: Ejercicio en una pastilla», expone.
Marcha destaca que «cuando tenemos pocas mitocondrias, o las que tenemos funcionan mal, empiezan los problemas. La disfunción mitocondrial en la que las mitocondrias no funcionan bien, y hay demasiada formación de especies reactivas de oxígeno, se asocia con enfermedades metabólicas, hepáticas, el envejecimiento, enfermedades neurodegenerativas, prácticamente todas las principales enfermedades que nos azotan como especie». De este modo, «si comparas a dos personas de la misma edad, del mismo sexo, con una ingesta de calorías parecida, pero una hace ejercicio y la otra no, la deportista tiene hasta el doble de mitocondrias en sus células».