«Nos han enseñado a normalizar tener que poder con todo: con el trabajo, con los hijos, con un gran número de responsabilidades… Vamos llenado nuestra mochila diaria con más actividades, reuniones, planes, etc. situaciones que hacen que al final del día no nos quede energía para nada. En la siguiente jornada sigue ocurriendo lo mismo y, aunque seamos consciente de que son responsabilidades con las que nos hemos comprometido y tenemos que asumir, vamos aceptando 'el poder con todo' como algo tan natural como lavarse los dientes. Sin embargo, esa rueda en la estamos inmersos nos aleja de nuestro bienestar emocional». Esta es la reflexión que plantea la coach personal y de salud, Marga Almarcha.
En este sentido, argumenta que «tanto hombres como mujeres se ven sumergidos en situaciones donde se dan cuenta que -en su afán de mantener todo bajo control para que cuadre la agenda a la perfección- comprometidos con su eficacia o perfeccionismo- viven situaciones de ansiedad o de estrés al no poder dedicar el tiempo suficiente a lo que realmente es importante para ellos: sus hobbies, su familia, sus amigos, etc. En definitiva, a ellos mismos».
Almarcha explica que «este rol que se asume es totalmente inconsciente y está más motivado por una sociedad cada vez más exigente en sus demandas, lo que nos lleva a autoexigirnos estar a la altura y a asumir ciertos patrones como el de superwoman o superman». Sin embargo, advierte que «esta idea normalizada de poder con todo nos lleva a sentirnos frustrados, cansados, abrumados y a convencernos de que es temporal, cuando en realidad lo hemos convertido en nuestra forma de vivir».
¿Cómo podemos romper esta dinámica?
La buena noticia es que esto se puede evitar. La coach explica que lo primero que hay que hacer es «asumir que no somos omnipotentes y que no podemos abarcar todo sin delegar o sin pedir ayuda. Esto que es tan sencillo, posiblemente es lo que más cuesta; ya que pone en jaque la imagen que perciben los demás de nosotros y que hemos creado muy concienzudamente para hacernos un hueco en la sociedad».
Lo siguiente es «tomar consciencia del precio que estamos pagado actuando así a nivel personal, de salud, familiar, profesional, social… y tomar cartas en el asunto con estrategias que nos permitan cuidarnos, como dedicar un espacio de tiempo al día para poder desconectar de forma beneficiosa. En este punto, es importante que sean cosas básicas y que no requieran de una logística complicada para que se puedan hacer fácilmente».
Almarcha sostiene que cuando tengamos muchas cosas que hacer es importante «saber diferenciar lo importante de lo urgente». A su modo de ver, «es vital para aprovechar bien nuestro tiempo; lo que, además, nos dará la oportunidad de poder disponer de tiempo extra para otras actividades que nos reporten cierto bienestar». En este punto, señala que «saber identificar fácilmente cuáles son esos distractores que nos llevan a perder el tiempo para después tener que recuperarlo a costa de nuestra tranquilidad».
También es fundamental «aprender a decir 'no' a muchas peticiones que nos hacen que, en muchos casos no son vitales para nosotros». Aprender a delegar tareas es otra de las claves. «En muchas ocasiones, empezamos a asumir naturalmente cosas o roles y dejamos de cuestionarnos si debería ser así. Quizá sea momento de recapitular todo aquello que hacemos en nuestro día a día y llegar a acuerdos con las otras partes para llegar a una distribución de responsabilidades más equitativa. A fin de cuentas, el tiempo es igual de importante para todas las personas».
Almarcha expone que «la sociedad nos apremia a hacer cada vez más cosas en un afán continuo de tener que cumplir con un gran número de expectativas que nosotros mismos nos hemos creado, convirtiendo la vida en una carrera de fondo llena de obstáculos y alejándonos de lo que realmente estamos buscando: disfrutar de ella y ser felices».
«Por ello, a veces es importante recapitular y hacer balance de lo que realmente merece la pena para nosotros, sabiendo que habrá que ir despegándose de ciertos roles que hemos normalizado y asumido, si realmente queremos disfrutar de un cierto bienestar y que nuestra salud no pague un alto precio», concluye.