Investigadores de la Universidad de Ciencias de Tokio (Japón) han demostrado que los ratones con trastornos psiquiátricos inducidos por el estrés muestran síntomas parecidos al síndrome del intestino irritable como resultado del estrés emocional repetido. El síndrome del intestino irritable (SII) suele cursar con síntomas gastrointestinales en el intestino delgado y grueso. El SII se ha clasificado en cuatro subtipos en función de la inconsistencia de las heces; son el SII con estreñimiento (SII-C), el SII con diarrea (SII-D), el mixto (SII-M) y el SII sin clasificar.
Sin embargo, en la literatura científica hay una falta de conocimiento sobre los mecanismos y los tratamientos del SII. Una de las razones de esta escasez de conocimientos sobre el SII es la falta de modelos animales experimentales útiles. A lo largo de los años, los estudios han sugerido una relación entre los estados emocionales y la disfunción intestinal, haciendo hincapié en la existencia e importancia del llamado eje intestino-cerebro en la determinación de nuestro bienestar emocional y metabólico.
Recientemente, el estrés crónico por derrota social (cSDS) y el estrés crónico por derrota social vicaria (cVSDS) han sido aceptados como modelos del trastorno depresivo mayor (TDM) y del trastorno de estrés postraumático. ¿Podrían los modelos animales de cVSDS ayudarnos a comprender en detalle el SII? Para averiguarlo, estos investigadores japoneses utilizaron modelos de ratones cVSDS. Su objetivo era comprender los efectos del estrés psicológico prolongado en las condiciones intestinales.
El equipo descubrió que los ratones inducidos por el estrés psicológico mostraban un mayor índice de tránsito intestinal y comportamientos relacionados con el dolor visceral, rasgos característicos del SII. Sus resultados se publicaron el 6 de octubre de 2022 en la revista Frontiers in Neuroscience. «Nos centramos en el paradigma cVSDS y evaluamos el impacto del estrés emocional en las condiciones intestinales. Además, evaluamos el potencial del paradigma como nuevo modelo animal del SII», explica Akiyoshi Saitoh, uno de los líderes de la investigación.
En su estudio, sometieron a los ratones a un estrés físico o emocional, en el que los animales de prueba sufrieron una agresión física o fueron testigos de la misma durante 10 minutos al día durante 10 días consecutivos. El día 11, se realizó una prueba de interacción social para evaluar las condiciones de estrés de los animales de prueba. El estrés también se estimó mediante la cuantificación de la corticosterona en plasma, la prueba de la comida con carbón vegetal y la prueba de hiperalgesia inducida por capsaicina de los animales.
Los investigadores también evaluaron la permeabilidad intestinal, la patología, la frecuencia de defecación y el contenido de las heces de los ratones. Descubrieron que el índice de tránsito fecal, indicativo del paso por el intestino, era significativamente elevado en los ratones sometidos a estrés emocional en comparación con los ratones del grupo de control (ingenuo) no expuesto al estrés. Sin embargo, los efectos fueron insignificantes en los ratones sometidos a estrés físico. La frecuencia de defecación y el contenido de agua en las heces también aumentaron en los ratones sometidos a estrés emocional.
Estos efectos se mantuvieron durante un mes después de la carga de estrés. Además, no hubo diferencias significativas en el estado patológico y la permeabilidad intestinal entre los ratones ingenuos y los sometidos a estrés emocional, lo que sugiere que no se produjeron cambios a nivel de tejido debido al estrés. «Estos resultados sugieren que el estrés crónico en ratones provoca síntomas similares a los del SII-D, como exacerbaciones peristálticas intestinales crónicas e hiperalgesia abdominal, sin lesiones intestinales», ha comentado Saitoh.
Curiosamente, los investigadores descubrieron que los cambios en la motilidad intestinal de los animales de prueba mejoraban cuando los ratones cVSDS eran tratados con keishikashakuyakuto, un medicamento kampo utilizado clínicamente para el tratamiento del SII. El estudio destaca la ventaja del paradigma cVSDS sobre los métodos tradicionales para inducir síntomas similares a los del SII-D mediante la exposición a un estrés psicológico repetido. Hablando de los mecanismos de estos efectos, el profesor Saitoh conjetura: «Desde el punto de vista del eje intestino-cerebro, sospechamos que el córtex insular desempeña un papel importante en la determinación del fenotipo de los ratones con estrés emocional».
La corteza insular es una parte del sistema nervioso central superior que controla las funciones digestivas y participa en el proceso de afrontamiento del estrés psicológico. En conclusión, este estudio demuestra por primera vez que el estrés psicológico inducido por el cVSDS puede causar por sí solo síntomas similares a los del SII-D en ratones. Las investigaciones futuras podrían basarse en los paradigmas de cSDS y cVSDS para dilucidar las condiciones fisiopatológicas y diseñar tratamientos para el SII.