El dolor de espalda y el de riñones se manifiestan, por lo general, en el mismo lugar: la parte baja de la espalda. Por eso, es tan difícil diferenciarlos. ¿Cómo saber si se trata de un dolor de espalda por una mala postura o por una infección de orina que ha sido asintomática y ha derivado en una pielonefritis?
La verdad es que no es nada fácil y es por esto por lo que debemos fijarnos en aspectos, algunos muy sutiles, que nos permitirán distinguir entre ambos dolores. En el caso de que no logremos hacerlo debemos acudir al médico para que nos confirme cuál es nuestro diagnóstico.
El dolor de espalda suele ser continuo y, a pesar de hacer determinados movimientos para aliviarlo, este suele permanecer hasta unos días o semanas. El motivo de este dolor pueden ser malas posturas, estar demasiado tiempo sentado o tener la espalda torcida (escoliosis).
Las causas del dolor de espalda pueden ser variadas y suele derivar en un diagnóstico de lumbago, una afección que sufren «el 70% de las personas en algún momento de su vida» según explica el Servicio Gallego de Salud (SERGAS). Las sobrecargas en la zona lumbar, mantener una postura incorrecta, pasar muchas horas sentados o sufrir estrés pueden ser sus desencadenantes.
El dolor de espalda puede manifestarse en forma de pinchazos, se suele extender hacia los lados y es continuo. Esto quiere decir que aunque por momentos pueda aliviarse por la toma de ibuprofeno, al final, el dolor perdura.
El dolor de riñones es importante reconocerlo, ya que alerta de que hay una infección de orina que ya se ha convertido en una pielonefritis o que sufrimos piedras en los riñones. Sin embargo, esto no es nada fácil y es por esto por lo que debemos fijarnos en cómo se manifiesta el dolor en este caso.
A diferencia del dolor en la espalda, el del riñón no se extiende hacia los lados, sino que está en un punto concreto. De hecho, dependiendo del riñón afectado incluso puede que solo se manifieste en el lado izquierdo o derecho. Con todo, no es un dolor continuado, sino que va y viene como si fueran oleadas.
Hay que prestar atención a otros síntomas que puedan acompañar este dolor en los riñones. Por ejemplo, náuseas, malestar, fiebre superior a los 38ºC... Esta es la sintomatología inequívoca de que probablemente estemos ante una infección.
El tratamiento para un dolor de espalda es sencillo. Los antiinflamatorios, así como hacerse masajes o practicar ejercicios de relajación para liberar estrés ayudan mucho. Con todo, el pilates es indispensable para corregir la postura y evitar que este tipo de dolores vuelvan a aparecer.
Con respecto a un dolor de riñones, en caso de infección el procedimiento será tomar antibióticos para combatirla. Si el dolor lo causan las piedras o cálculos, entonces, habrá que tomar analgésicos, algún otro fármaco que ayude a expulsarlos y beber mucha agua.
Si el dolor de espalda empeora y aparecen náuseas, entre otros síntomas, no debemos esperar a acudir al médico. En otros casos en los que estemos seguros de que solo es un dolor de lumbago, el tratamiento será reposo y analgésicos.