Uno de los gastos más importantes en el hogar es la compra de productos de alimentación y, por ello, es necesario tener en cuenta una serie de recomendaciones para mantener una alimentación saludable sin que eso signifique gastar mucho dinero.
Una dieta sana y equilibrada es esencial para prevenir enfermedades no transmisibles y reducir los riesgos asociados a la salud como, por ejemplo, la obesidad. Por ello, cada vez más personas se decantan por el consumo de productos frescos y de proximidad, así como por la reducción de la ingesta calórica diaria de grasas o de azúcares libres. En este sentido, ¿comer sano realmente es más caro? ¿Qué consejos debemos tener en cuenta para evitar que se encarezca nuestra cesta de la compra?
«Para cuidar tu alimentación no hace falta gastar mucho dinero y conseguir los beneficios que otorga un estilo de vida saludable es un objetivo alcanzable», desataca Adriana Oroz, dietista-nutricionista de Alimmenta, clínica de nutricionistas en Barcelona.
Entonces, ¿por qué existe la creencia de que comer sano resulta más costoso? Una de las posibles razones es que «se están poniendo determinados alimentos de moda, los conocidos como 'superalimentos'» y mucha gente relaciona comer sano con tener que adquirir este tipo de productos, tal y como explica la experta en nutrición, Laura Jorge. De hecho, «si llevas una buena alimentación en conjunto no hace falta irte a ningún tipo de 'superalimento'», añade.
Una correcta planificación semanal, una lista de la compra con los productos realmente necesarios y saber si se tratan o no de alimentos saludables consultando los ingredientes son las claves principales para ahorrar en la cesta de la compra.
Una dieta completa y saludable tiene que aportar todos los nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo y, para ello, no es necesario consumir nada especial. «La fruta y verdura son la base siempre de nuestra alimentación, intentando que sean de temporada», subraya la dietista - nutricionista, Laura Jorge, quien añade que las legumbres o los huevos, por ejemplo, son alimentos saludables y muy económicos.
Ahora bien, antes de ir a hacer la compra es conveniente tener en cuenta una serie de consejos para reducir el gasto. Lo primero es «revisar tu despensa y aprovechar la comida que tienes en casa», destaca la experta en nutrición Adriana Oroz. Por ello es aconsejable revisar las fechas de caducidad de los alimentos «para aprovecharlos e incluirlos en las recetas de la semana».
De esta manera conseguiremos, además, reducir el desperdicio de comida. Este es un grave problema medio ambiental, económico y social a nivel mundial, ya que un tercio de la producción de alimentos para consumo humano se desperdicia anualmente.
¿Cómo podemos hacerlo? Por ejemplo, «si te sobra algo de carne puedes usarla en guisos, sopas o para hacer croquetas o albóndigas», explica. En el caso de las verduras, «puedes aprovecharlas para hacer salsa, puré o crema, o para añadirlas como ingrediente en algún guiso o plato con legumbre». Las frutas muy maduras también se pueden aprovechar haciendo, por ejemplo, un batido o un zumo.
Una vez que hayas revisado tu despensa, hay que planificar el menú semanal y pensar las comidas que haces a la semana. Así, «será mucho más fácil hacer la lista de la compra pensando en lo que quieres comer, te ceñirás a ella y harás un consumo más responsable de los alimentos».
Otra de las recomendaciones que destacan ambas expertas es acudir a hacer la compra sin hambre, para ajustarte a la lista elaborada previamente y evitar comprar productos innecesarios y así ahorrar dinero.
Por otro lado, adquirir alimentos de temporada y de proximidad hará que ahorremos en nuestra cesta de la compra. Son más sabrosos al estar en su mejor momento de maduración, más económicos y, además, contribuiremos al desarrollo de la economía local y a la sostenibilidad del planeta.
En muchas ocasiones por comodidad recurrimos a alimentos preparados que pueden encarecer la cesta de la compra, como fruta cortada o carnes y pescados envasados. Una alternativa es adquirir estos productos frescos, aunque tampoco es necesario renunciar por completo a los congelados o a las conservas.
En este sentido, es aconsejable hacer la compra en distintos establecimientos y comparar los precios. «La mayoría de las veces, los productos no perecederos suelen ser más baratos en los supermercados, pero puedes comprar productos frescos como frutas, verduras, pescados o carnes en tiendas de barrio o mercados, así promocionas el pequeño comercio», añade Adriana Oroz.
Respecto a los alimentos congelados, «muchas veces están mejor de precio, aunque sí que es verdad que hay que revisar los ingredientes, como en las bolsas de verdura, que a veces llevan algún añadido», destaca Laura Jorge.
Se trata de una opción porque «a veces vamos mal de tiempo», por lo que podemos adquirir congelados o conservas para tener guardados, siendo «una manera de que no llamemos a cualquier sitio para que nos traigan la cena», añade.
Por último, otro de los aspectos a la hora de hacer la compra es tener en cuenta el precio del producto por kilogramo y no por cantidad en el paquete, ya que «el volumen puede hacer ver que hay más de lo que verdaderamente contiene el producto», concluye Adriana Oroz.