El síndrome del corazón roto, también conocido como síndrome de Takotsubo o miocardiopatía de estrés, se trata de una afección cardíaca temporal provocada, en la mayoría de ocasiones, por situaciones de estrés o emociones extremas. Los síntomas son muy similares al síndrome coronario agudo, pero la diferencia es que son reversibles y tienen buen pronóstico.
Esta patología es poco conocida y «el 85% de los casos reportados son mujeres postmenopáusicas, con estrés emocional o físico repentino e inesperado causando una liberación excesiva de adrenalina, que puede dañar temporalmente el corazón de algunas personas», destacan en la Fundación Española del Corazón promovida por la Sociedad Española de Cardiología.
De esta manera, las situaciones que generan altos niveles de estrés pueden desencadenar esta patología, al igual que recibir noticias inesperadas que generan emociones intensas como, por ejemplo, la muerte de un ser querido.
El síndrome del corazón roto se manifiesta con una debilidad cardíaca transitoria que afecta principalmente al ventrículo izquierdo y las personas que lo padecen «pueden tener dolor torácico repentino o pensar que están teniendo un ataque cardíaco», destacan en Mayo Clinic.
En este sentido, se interrumpe de forma temporal la función normal de bombeo del corazón y los síntomas incluyen dolor en el pecho o dificultad para respirar. Los signos de alarma en un infarto de miocardio «se deben a un bloqueo total o casi total de una arteria coronaria» como consecuencia de la formación de un coágulo de sangre tras la acumulación de grasa en la pared de la arteria. Sin embargo, en el caso de este síndrome, «las arterias no están obstruidas».
No existe una causa específica para explicar por qué se produce el síndrome del corazón roto, pero en la mayoría de los casos viene provocada por un estrés muy elevado y súbito. «Se cree que una oleada de las hormonas del estrés, como la adrenalina, puede provocar un daño temporal en el corazón en algunas personas», añaden en Mayo Clinic.
De hecho, «algunos estudios apuntan que ese desmesurado estrés produce la liberación repentina de grandes dosis de catecolaminas, unas sustancias similares a la adrenalina que, a dosis muy altas, tienen un efecto tóxico sobre el corazón», destacan en la Fundación Española del Corazón.
Según Mayo Clinic, existen factores de riesgo conocidos que podrían ocasionar esta patología, entre los que se incluyen:
■ El sexo: el síndrome del corazón roto afecta a las mujeres con más frecuencia que a los hombres.
■ La edad: la mayoría de personas que sufren este síndrome son mayores de 50 años.
■ Antecedentes de un trastorno neurológico. Las personas con trastornos neurológicos, como una lesión en la cabeza o un trastorno de convulsiones (epilepsia), tienen un riesgo mayor de padecer el síndrome.
■ Trastornos previos: si has tenido trastornos, como ansiedad o depresión, el riesgo es más elevado.
El pronóstico de esta enfermedad es generalmente benigno y la mayoría de pacientes se recupera de forma rápida y completa sin que estos episodios vuelvan a aparecer. No obstante, en casos poco frecuentes pueden producirse complicaciones como «la acumulación de líquido en los pulmones, la presión arterial, las interrupciones en los latidos del corazón o la insuficiencia cardíaca», subrayan desde Mayo Clinic. A nivel general no vuelven a producirse recurrencias, aunque puede darse el caso si se generan nuevas situaciones de estrés elevado.
Respecto al diagnóstico, lo primero es descartar el infarto de miocardio y, para ello, el equipo médico realiza pruebas como un electrocardiograma, una analítica, una ecocardiografía o una resonancia magnética. Por otra parte, se realiza un examen físico y se examinan los antecedentes personales para evaluar episodios de estrés y factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión arterial, diabetes o tabaquismo.
En cuanto al tratamiento, al ser similar al infarto de miocardio, no existe un tratamiento estándar. «Es probable que el médico te recete medicamentos para el corazón para que los tomes mientras estás en el hospital, tales como inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, bloqueadores de los receptores de la angiotensina II, betabloqueadores o diuréticos».