El lupus eritematoso es una enfermedad autoinmune que, a pesar de afectar a cerca de 75.000 personas en España y a cinco millones a nivel global, continúa siendo desconocida. Esta enfermedad se origina porque el propio sistema inmunológico ataca a los órganos y sistemas al identificar erróneamente tejidos y células propias sanas como extrañas (antígenos). Como sucede en otras enfermedades autoinmunes, el sistema produce anticuerpos contra sí mismo.
Esta enfermedad puede generar un profundo impacto en la salud y en la calidad de vida de las personas que la padecen y, además, puede presentarse de forma grave en algunos pacientes. Tanto mujeres como hombres pueden padecer lupus eritematoso, pero existe una mayor prevalencia en mujeres de edad fértil. De hecho, 9 de cada 10 personas que sufren esta enfermedad son mujeres, según la Fundación Lupus de América.
En este sentido, la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), a través de la Fundación Piel Sana y de la intervención de las doctoras Isabel Bielsa y Júlia Sánchez, ha desarrollado una guía para pacientes con lupus eritematoso con el propósito de ofrecer la información necesaria para conocer esta enfermedad.
El lupus es una enfermedad autoinmune capaz de dañar cualquier parte del cuerpo, como los órganos, las articulaciones o la piel, provocando inflamación y dolor. «El sistema inmunológico identifica de forma errónea células propias como partículas extrañas y entra en acción para producir anticuerpos en contra de sí mismo», explica la guía.
No se trata de una enfermedad contagiosa, infecciosa, ni está relacionada con el cáncer. Tampoco es similar a la enfermedad del SIDA, ya que en este caso «el sistema inmunológico esta hipoactivo, mientras que en lupus, el sistema inmunológico esta hiperactivo», destaca la Fundación Lupus de América.
Sin duda, es una enfermedad que repercute en la calidad de vida de los pacientes y para la que no existe todavía cura. Puede afectar a cualquier persona, aunque «suele aparecer entre los 20 y los 50 años y con más frecuencia afecta a las mujeres», detalla la guía de la AEDV. Además, el riesgo de padecer lupus se incrementa si existen antecedentes familiares o se padece otra enfermedad autoinmune.
Existen cuatro tipos de lupus eritematoso, aunque el más frecuente es el sistémico (70% de los casos) que puede llegar a afectar a varios órganos del cuerpo. Estos son los diferentes tipos:
La causa del lupus es desconocida, pero los expertos sugieren que existe predisposición genética sobre la que podrían actuar los factores desencadenantes de la enfermedad. Al no afectar a todos de la misma manera, los síntomas pueden ser diferentes dependiendo del tipo de lupus eritematoso y pueden ser leves o graves, temporales o crónicos. Sin embargo, en muchos casos se presentan problemas en la piel y en las articulaciones, sobre todo en la forma sistémica.
«Los pacientes con un lupus eritematoso sistémico que está activo, aunque no tengan otras manifestaciones en la piel, pueden notar un aumento de la caída del cabello», subraya la guía de la AEDV. Además, estos pacientes, con o sin enfermedad cutánea, presentan una piel muy sensible a la luz solar y la «enfermedad sistémica puede aparecer tras una exposición solar prolongada».
Algunos de los signos de alerta y síntomas más frecuentes, según Mayo Clinic, serían los siguientes:
A pesar de ser una enfermedad que no tiene cura, si se puede controlar. El tratamiento se realiza de forma individual ya que cada paciente tiene una historia clínica y presenta síntomas diferentes. A nivel general, algunos de los medicamentos que se utilizan para tratar la enfermedad son: antiinflamatorios no esteroides, antipalúdicos, corticoesteroides, inmunosupresores o fármacos biológicos.
Las afecciones que aparecen en la piel son variadas, aunque la AEDV identifica en la guía cuatro tipos principales:
El seguimiento médico de esta enfermedad es realmente importante y «todos los pacientes con lupus en la piel deben estudiarse con el fin de descartar otro tipo de afectaciones como en las articulaciones, riñón, sangre o pulmones, entre otras», añade.
Por otro lado, el riesgo de desarrollar enfermedad más allá de la piel «dependerá del tipo de lupus eritematoso cutáneo que el paciente presente». Si se trata de un lupus cutáneo agudo, normalmente presenta enfermedad sistémica. En el caso de ser lupus subagudo, discoide o túmido la enfermedad suele limitarse a la piel.
En primer lugar, el lupus cutáneo agudo se puede manifestar como un eritema en el dorso de la nariz y en las mejillas que, por su forma, se denomina «eritema en alas de mariposa».
En el caso del lupus cutáneo subagudo, las afecciones se presentan como enrojecimientos en las áreas más expuestas a la luz solar y, en ocasiones, «tienden a formar círculos o bien descaman y se asemejan a la psoriasis».
Por otro lado, en el lupus cutáneo discoide o crónico suelen aparecer lesiones en la piel rojizas persistentes a lo largo del año que incluso pueden dejar cicatrices. «Aparecen en la cara, los pabellones y en el cuero cabelludo. En esta última localización, el pelo puede caer de forma definitiva. Algunos pacientes pueden notar dolor o picor», explica la guía.
Por último, en el lupus túmido las lesiones «son rojizas, sobreelevadas, con poca descamación y se desencadenan, a menudo, con la exposición al sol en la primavera o verano». Las zonas del cuerpo donde suelen aparecer son la cara, el escote, la espalda y los brazos. Al contrario que en el lupus discoide, las cicatrices tienden a desaparecer.
Como se comentaba anteriormente, no hay un tratamiento curativo para esta enfermedad, pero si se pueden utilizar fármacos para reducir los síntomas y remitirla. El tratamiento en este caso «se inicia con la protección al sol mediante el uso diario de cremas fotoprotectoras, además de ropa poco escotada y sombreros de ala ancha», señala la guía.
Respecto al tratamiento médico, se pueden aplicar cremas de corticoides y suministrar algún fármaco antipalúdico como la hidroxicloroquina o cloroquina. La AEDV recomienda no consumir tabaco ya que empeora la enfermedad del lupus, tanto sistémica como cutánea.
En todo caso, será el especialista médico el que considere cuál es el mejor tratamiento dependiendo del paciente, de la enfermedad y de los síntomas. «También es importante buscar la manera de luchar contra el estrés que pueda provocar el propio lupus. El ejercicio y otras formas de relajación pueden ayudar a luchar contra la enfermedad, así como un buen soporte social de los familiares, amigos, grupos comunitarios o médicos», concluye la guía de la AEDV.