-«Vell Professor», cuando nos referimos al tema de la expulsión de los jesuitas... ¿de qué hablamos, del año 2024 o de épocas más antiguas?
-Bueno, nosotros damos clase de Historia y, en concreto, nos situamos en el año 1767.
-Umm... Será que la Historia se repite.
-Podría ser, pero dejemos de especular y ¡espabilemos!. Resulta que el 29 de marzo de 1767 llegó al puerto de Palma un barco con un correo urgente con órdenes provenientes de las más altas esferas de la Corte; había interés ciudadano por aclarar el misterio de este enigmático correo... Un tema secreto; sin duda, debía de ser muy importante. Mientras, el correo dedicó dos días yendo a buscar al comandante general, que estaba en Artà realizando la inspección de las atalayas de defensa. En la ciudad, era tanto el movimiento y el nerviosismo oficial, que los rumores se dispararon. Desde la Comandancia, se divulgó que la orden era prevenir las plazas de Mallorca e Ibiza para defenderse de una potencial invasión de los ingleses. El día 2 de abril no se hablaba de otra cosa que de la guerra contra los ingleses. El mismo día, por la noche, se ordenó que los cuarteles militares preparasen a toda la tropa para salir a la mañana siguiente. A media noche, fueron avisados todos los oficiales para que se trasladaran y permanecieran en los cuarteles. Las tropas salieron a la calle, sin tocar tambor, sobre las dos de la madrugada. Una partida recibió la orden de controlar o circuir las murallas. Se organizaron distintas compañías para patrullar por la ciudad. Dos regimientos, con sus respectivos coroneles y los correspondientes oficiales, se movilizaron e hicieron su plan: el de Lombardía fue al colegio de Monti-sion, de la compañía de Jesús, que fue rodeado. El otro, el de Brabante puso sitio en el colegio de Sant Martí. Otras tropas también actuaron en el colegio de Monti-sion de Pollença. El enigma quedaba desvelado, nada de guerra contra los ingleses, se trataba de la ejecución del decreto de la expulsión de los jesuitas.
-«Vell Professor», no estaremos exagerando, con tanto suspense y misterio...
-¿Por qué dices esto? Había suspense, preocupación... y sorpresa, con una ciudad tomada por el ejército, con el corazón en un puño para saber de qué se trataba. Mirad, ya que no me acabáis de creer, lo que recoge el Cronicón Mayoricense de Álvaro Campaner, que detalla la expulsión: «El día 3 de abril antes de rayar el alba, viernes de Pasión, quedando sitiados dichos colegios, tocaron a la puerta, y abierta, entraron dentro Coronel, Oficiales, Juez de Comisión y escribano, y allí practicaron y pusieron en ejecución el decreto de expulsión de los PP de la Compañía de Jesús, fechado en el Pardo a 27 de Febrero y refrendado en Madrid por el Conde de Aranda en 1 de Marzo... Los PP. de Montesión como los de San Martin... fueron conducidos en coches a su predio llamado la Torre, que se halla más allá del convento de Jesús, extramuros. Iban en cada coche tres padres y un oficial, y escoltado de 4 dragones, espada en mano». Un mes tuvieron que aguantar recluidos en esta posesión, cerca de la actual Can Valero, hasta que el 2 de mayo hubo noticias: «llegó a la Porrassa el convoy del capitán Barceló, conduciendo a los jesuitas del principado de Cataluña, Valencia y Aragón. El 3 pasaron los PP por fuera de la ciudad desde el predio la Torre, y fueron embarcados en el jabeque de Padrines... el 4 de mayo reunido el jabeque con otras 13 naves catalanas que convoyaba el capitán Barceló, emprendieron juntos el rumbo de levante y se dijo que iban a Civitavechia...». ¡Que remedio... hacia Roma, pues! Los padres y hermanos coadyutores embarcados en Mallorca fueron un total de 40.
-¿Hubo más revuelo?
-Un poquito más, todavía. Resulta que, meses después de la expulsión, el 14 de enero de 1768, se difundió la noticia de que la imagen de la Purísima Concepción que preside el portal mayor de la iglesia de Monti-sion había recogido las manos, en señal de reprobación y de dolor por la expulsión. En poco tiempo, mucha gente curiosa acudió al lugar de los supuestos hechos milagrosos y llenó la plazoleta de la iglesia de Monti-sion. Efectivamente, se pudo comprobar que la imagen tenía las manos juntas. -Eh... mirad, la «Purissimeta» ha juntado las manos -decía uno-. -Sí, es verdad, las tiene bien juntas -dijo otro-... Finalmente dijo un escéptico: -¡Pero, germanets, es que siempre las ha tenido así! La multitud, molesta al comprobar que nada había cambiado, desistió... una minoría, en cambio, provocó disturbios y altercados. El obispo ordenó que se investigaran los hechos, dispuesto a castigar a los culpables del engaño. Incluso, y parece difícil de creer, hizo subir a un escultor hasta la imagen, encima del portal, con una escalera bien alta para que confirmara que no había habido ningún movimiento en los brazos de la escultura, mientran que un notario certificaba el informe.
-¡Sí que parece una broma, maestro!
-¡Pues no! De hecho, como la realidad supera a la ficción, el profesor Marià Carbonell documenta el episodio, identificando al escultor que certificó el falso milagro; se trata de Miquel Tomàs. Este artista, en representación del gremio o Colegio de Pintores y Escultores, examinó la imagen de la Purísima del portal mayor de la iglesia de Monti-sion «para comprobar la falsedad de un testigo que aseguraba que la estatua movía los brazos» (GEPE IV, 309). A los pocos días los propagadores de la noticia falsa fueron descubiertos y condenados; dice el Cronicon mayoricense: «El 18 fueron detenidas varias personas, entre ellas 6 mujeres y se publicó un bando del Comandante General ofreciendo 500 libras a quien denunciara al inventor de aquella patraña, y el 24 dió el Obispo un edicto prohibiendo hablar de los jesuitas y del pretendido milagro, bajo pena de excomunión. Averiguando que uno de sus autores había sido el sacristán de la parroquia de San Jaime, fue preso y procesado, condenado por la Real Audiencia a algunos años de destierro en Orán».
-Y, ¿qué pasó con el edificio de Monti-sion?
-Muy resumidamente: Después de la comentada expulsión del año 1767 el edificio se convirtió en sede de la Universidad Literaria, hasta que la Compañía de Jesús regresó en 1816. En 1835 sufrieron otra expulsión, coincidiendo con la Desamortización de Mendizábal. Y...
-Ah... ya lo sabemos, no se esfuerce, profesor: ¡volvió a ocupar las instalaciones la Universidad Literaria!
-Cuidado, unos meses, sólo, ya que la Universidad Literaria fue eliminada y quien se instaló realmente en Monti-sion fue el Instituto Balear, en 1837 y la Biblioteca Provincial, en 1847. El instituto permaneció allí hasta 1916, fecha en la que se trasladó al nuevo edificio de la avenida de Portugal. En 1919 regresaron los jesuitas a Mallorca y recuperaron su Colegio. La Segunda República les volvió a sacar hasta que regresaron en 1936... y hasta ahora.
-Y ahora, ¿qué, «Vell Professor»?
-Yo sólo me atrevería a pedir dos cosas. La primera es obvia: que los veteranos jesuitas que no deseen salir de Mallorca, no se vean obligados a hacer tal cosa, y puedan ser correctamente atendidos aquí. La segunda, que se mantengan intactos los espacios patrimoniales y más espirituales: la iglesia, la capilla «fonda» con el sepulcro de san Alonso Rodríguez, el claustro, la capilla del retablo antiguo y la celda de san Alonso.
-Son espacios energéticos, como usted diría.
-¡Exacto, tú lo has dicho