-Atención, Vell Professor, compañeros y compañeras, he encontrado un tema que, si no es exactamente una leyenda, es una gran curiosidad, de gran interés -creo yo- histórica y patrimonial; se trata del canal de Ternelles. Supuestamente, existia una acequia que llevaba el agua de Ternelles, la posesión pollencina que llega hasta el Castell del Rei hasta la ciudad romana de Pollentia, que, como sabéis, está en la actual Alcúdia.
-Uff, como es posible -dice una compañera del anterior estudiante-, ¡pero si debería haber tenido unos 13 kilómetros de recorrido! La puedes denominar "El colosal canal de Ternelles".
-Bueno, bueno, ¡todo puede ser en este mundo! Dejadme leer lo que dice Pere Ventayol en su Historia de Alcudia: «A dos kilómetros de Alcúdia, sobre una pequeña colina muy pintoresca, dominando el puerto, la bahía de Alcúdia, el monte de la Victoria, la bahía y el cabo de Formentor, la Albufera y el Puig de Sant Martí se encuentra un lugar que tiene el nombre de s'Esgleiassa; un topónimo que significa gran Iglesia, de sabor marcadamente cristiano. Ello no se opone a que tal edificio-templo fuera obra de los romanos. Allí hay una edificación semi subterránea que tiene forma de aljibe cerrado con bóveda en su parte superior y que debía tener relación con la conducción de agua a Pollentia puesto que por aquellas inmediaciones hay ruinas del acueducto de Ternellas; cuyo canal ha dado nombre a las tierras por donde pasa
-Efectivamente -dice el profesor-, está perfectamente documentado que en s'Esgleiassa había un aljibe o depósito de agua. Josep Mascaró Passarius decía en 1964: «En el cruce de caminos del Pou d'En Xopa, Ses Poves, Taraina y el de la carretera general, existía un viejo aljibe hoy demolido, y la parte subterránea rellena de tierra. El pueblo le daba el nombre de S'Esgleiassa. Como en sus proximidades existe el topónimo Sa Canal de Ternelles, que al parecer hace referencia a una conducción de agua que dicen existía entre la Font de Ternelles y Pollentia, no sería muy arriesgado suponer que este aljibe estaba de una u otra manera relacionado con esta conducción. Jaume Ques Vanrell dice que existía un muro talayótico de 6 m. de largo por 1,80 m. de alto que correspondería a un monumento cuadrangular. Actualmente tampoco quedan restos de este muro.
-¡Perdone, profesor, pero no había terminado de explicar lo que dice Ventayol!
-Vale, vale, tú eres el ponente de este tema y tienes toda la razón: te he cortado la exposición.
-¡Ahora nos entendemos! Pues resulta que, según Ventayol: «Los romanos no comprendían los sublimes panoramas de las montañas; les causaba horror el silbido del viento y el horrendo estampido del trueno cuyo eco perduraba por entre aquellos valles cubiertos de espeso bosque. Y en cambio, sus simpatías eran por el mar. Todas sus colonias las fundaron al contacto de esas aguas bellas, que eran las mismas que acariciaban las riberas de su patria italiana. También sentían apego por las planícies, por dilatades que fueran, siempre que estuvieran unidas al mar. Así no es raro se establecieran gozosos en este sito bañado por sus dos hermosas bahías y lo más cerca de su metròpoli Roma».
-¡No veo la relación de ese texto con la canal de Ternelles! -dijeron al mismo tiempo dos o tres alumnos más!
-Un poco de paciencia. He aquí cómo termina la cita: «Los romanos daban al elemento agua una importancia capital y así, vemos que tan luego tomaban y colonizaban un terreno, si no tenía río o fuente que les surtiera de dicho líquido para sus necesidades, emprendían obras colosales sin mirar distancia ni coste hasta alcanzar su obtención. Puebas evidentes de ello son los famosos acueductos de Córdoba, Segovia. Mérida, etc, que hoy son tan admirados. Era natural que esa raza robusta y emprendedora al tomar posesión de la colonia cartaginesa y capital de la isla -eh, esto es lo dice Ventayol-, sintiera la falta de un elemento tan necesario para la vida y, ni cortos ni perezosos buscara por las montañas vecinas de Pollença manantiales. Hallada la copiosa Fuente de Ternellas, hicieron obras para recoger sus aguas y canalizándola, unas veces al descubierto y otras debajo de tierra, a modo de sifones de brazos desiguales, la condujeron a la ciudad de Pollentia. Prueban su existencia multitud de restos en los sitios por donde pasaba y un trozo muy bien conservado junto al bastión de la Iglesia parroquial. Y cruzado el Camp d'en França hacia el sur, se han encontrado canales subterráneas cubiertas con planchas de plomo. Entre Alcúdia y la falda del Puig de Sant Martí, está el predio l'Esgleiassa, donde hay una construcción romana que parece que tiene relación con el tal acueducto y, no lejos de allí se ve una pared hecha con argamasa , por cuya parte superior, es tradición, pasaba el agua canalizada».
-Es un gran enamorado de su tierra alcudiense, Ventayol -dice el profesor-. Ahora convendría separar el grano de la paja. Necesitamos más pruebas para saber hasta qué punto esta 'colosal' obra, tal como la habéis calificado, el canal de Ternelles a Pollentia es una hipótesis convertida en una tradición, no demasiado verosímil, o bien es una realidad arqueológica y científica.
-Profesor, esto es ponernos el listón muy alto -dice el alumno encargado de la ponencia. Tengo otro testimonio que valida tal ‘colosal' obra.
-¡Dale caña!
-Es de la Gran Enciclopèdia de Mallorca. Dice así: «Ternelles, canal de: Conducto de época romana, del s. I dC. Proveía de agua la ciudad de Pol·lèntia, situada cerca de la actual ciudad de Alcúdia, y llegaba desde la fuente de Ternelles (Pollença), situada a 13 km de la ciudad [romana]. Para construirlo, fueron necesarias obras de canalización que, en ocasiones, debían estar al descubierto y, en otras, por debajo del suelo. A lo largo del canal, hay restos de argamasa en diferentes lugares, como en el estrecho de Ternelles, cerca de las casas de Can Xura; en el camino viejo de Son March, cerca de Cal Cuec, junto al matadero de Pollença; al pie del Puig de María, y en can Magdalanoia. A su paso por Can Busqueroles, hay un tramo con sillares, que debían haber servido para sostener la armadura que permitía trabajar en el interior del conducto. En el antiguo rafal de s'Esgleiassa (Alcúdia) se conserva un gran depósito, seguramente de regulación. Es probable que el lugar de entrada a la ciudad se encontrara entre la iglesia de Santa Anna y el camino del cementerio, ya que hay un rebaje de gres que debía servir de lecho a la argamasa de la conducción. En las excavaciones realizadas en 1931, se descubrió, en el casal de Can Pi, un canal abierto entre la roca, en dirección norte-sur, que contava con un depósito cuadrado de 3 metros de profundidad. En el interior de la ciudad, la distribución se realizó mediante canales subterráneos, como el del Camp d'en França, forrados con una plancha de plomo. Son tubos encajados de 66cm de largo y 22cm de diámetro».
-¡Vaya, muy contundente! ¡Casi nos has convencido! Pero, quizás toda esa información se ha ido encajando con el corazón, más que con el cerebro; se han ido sumando varias obras de ingeniería hidráulica, que poco tienen que ver unas con otras: para empezar, la conducción de Ternelles en la actual villa de Pollença, cercana a la surgencia, es una obra perfectamente documentada, a la que se sumarían acequias de regadío, conducciones de molinos de agua y, finalmente, un canal, muy factible, desde la zona del Puig de Sant Martí hasta s'Esgleiassa, que llegaría a la villa medieval de Alcúdia y, por qué no, a la Pollentia romana. El arqueólogo Javier Aramburu se hace eco de los estudios sobre arqueología hidráulica en la zona de la vila de Pollença de Miquel Cifre, Pere Salas y Mercé Argemí; dice que han permitido demostrar que los restos que se conservan pertenecen a la conducción de agua construida a principios del siglo XIX y, justamente, en los informes de esta obra no se mencionan en ningún momento restos de una anterior canalización.
-¡Y qué más, profesor, que todavía faltan nueve o diez km para llegar a la Ciudad romana!
-Damià Cerdà., Javier Aramburu, y poca gente más, han ido rastreando palmo a palmo esta larga y misteriosa serpiente de agua. Nosotros, ahora, no podemos hacerlo. Entre Can Muscaroles y el Pontarró, el canal desaparece completamente. Según Cerdà, debería haber un acueducto para pasar al otro lado del valle. Aramburu dice que este acueducto debería medir 400 metros de largo con una altura máxima de unos 10 metros. Pese al nombre del Pontarró, no se ha encontrado ni rastro de los cimientos del hipotético puente de agua. Hasta llegar a s'Esgleiassa serían necesarios larguísimos acueductos, especialmente para hacer llegar el líquido hasta el collado entre Masteguera y Malagarba, de 40 m de altitud.
-Pero, profesor, si en Ca Na Pala y Es Figueral Jove existe un topónimo tradicional que se llama «la Canal de Ternelles».
-Sí, como el «Cementeri dels Fenicis» de Son Real o el «Fort dels Templers» de la Torre de Vernissa. Son neotopónimos, de cien años a lo sumo, de gran sentido cultural y cierto poder mítico, pero carecen de justificación histórica o, al menos, no se ha demostrado. Sobre s'Esgleiassa, Aramburu dice: «La verdad es que cuesta creer que un depósito de época romana hubiera llegado hasta el presente con la bóveda intacta teniendo en cuenta que la canal desapareció hace muchos siglos. Pero es que, además, la zona donde se encuentra está cubierta de restos de cerámicas romanas, por lo que quizás se trataba de un asentamiento rural romano que tenía una cisterna, cuya estructura fue aprovechada por los habitantes posteriores». Ya entrando en Alcúdia, vale la pena recordar que había un Rafal Alcapzal, que podría traducirse como "acueducto"; quizás sean esos los conductos situados junto al bastión de la Iglesia parroquial. Por último, quiero daros a conocer el 'último grito', la reciente aportación sobre el tema, del año 2021, la Guía de Pollentia: «Se ha planteado la posible existencia de un acueducto que habría abastecido a la ciudad desde Ternelles... Un depósito encontrado en un lugar llamado s'Esgleiassa se había considerado como el castellum aquae del acueducto». Y ahora, la frase final, que es decepcionante; quiero decir que nos falta mucho por estudiar: «No sabemos en realidad si se trata de una obra romana o medieval».
-Oh my God!, como dicen mis amigos del Erasmus. En este caso, profesor, conviene aplicar la sabiduría popular.
-¿Qué quieres decir?
-Pues muy claro: «és millor creure(r)-ho que anar-ho a cercar!»