Síguenos F Y T L I T R

Mary Stuart Boyd, la sirvienta Consuelo y un arroz de playa

Como muchos de sus colegas, esta escritora de la época victoriana se dedicó a viajar y a novelar sus aventuras

En una ensaladera mezclamos los ingredientes.

| Palma |

«Al reaparecer Consuelo nos invitó a pasar a un comedor pequeño donde nos esperaba una mesa elegantemente puesta para tres personas, con un juego de manteles bordados, como se acostumbra en los hogares mallorquines, todo ello con buena cubertería, una botella de vino negro y un sifón de agua con gas. Una vez ocupados nuestros sitios, el anfitrión colocó ante nosotros un gran plato de arroz, ese excelente guiso arrocero que combina cualquier ingrediente sabrosa en forma de pescado, carne, aves o verdura, es decir, aquello que se tiene más a mano. Seguidamente, nos sirvieron pescado muy fresco, delicioso y delicadamente frito. Trajeron, luego, una tortilla, gruesa y caliente, siendo completado el menú con naranjas, manzanas y café solo».

Es un fragmento de la obra The Fortunate Isles, debida a la pluma de Mary Stuart Boyd (Glasgow, Escocia, 1861-Takapuna, Nueva Zelanda, 1937), novelista de la época victoriana que como muchos de sus colegas se dedicó a viajar y a novelar sus viajes, a menudo ilustrados por su marido, el dibujante Alexander Stuart Boyd. Se llamaba de soltera Mary Kirkwood y luego, en compañía de su marido, llevó a cabo una intensa labor intelectual, colaborando en publicaciones como Morning Post, Harper's Magazine o Pall Mall Gazete... Volviendo a lo gastronómico, sobre aquel arroz de pescado, he aquí su posible evocación.

Disponemos de una taza de buen arroz poblense o levantino que echamos en una cacerola de agua hirviendo con una cucharadita de sal fina. Lo cocemos durante una media hora. Luego lo escurrimos, enjuagamos y reservamos. Desmenuzamos, a continuación, unos trescientos gramos de sobras de pescado, separando pieles y espinas. Pasamos después a sumergir cien gramos de gambas peladas y congeladas en agua hirviendo que deberán cocer por espacio de unos quince minutos. Hecho eso, las escurrimos y reservamos al fresco. Todavía, en un bol, preparamos el último ingrediente, donde diluimos una yema de huevo duro con un zumo filtrado de limón y sólo nos queda añadirle sal y cuatro cucharadas de aceite de oliva antes de batirlo ligeramente. Para terminar, en una ensaladera, mezclamos el arroz, las gambas y el pescado para rociarlos con la salsa de yema de huevo obtenida.

Lo más visto