«Dejo a los mendicantes, a las Hijas de Dios y a las beguinas bocados sabrosos y apetecibles, flanes, capones, pingües gallinas… A Jean de la Garde, especiero, un almirez de mostaza… Los que no son pobres, tienen buenos vinos que descorchan a menudo, salsas, caldos y grandes pescados; tartas, huevos fritos y escalfados, revueltos y de todas las maneras… Del cielo, una sartén de bronce; de las nubes, una piel de becerro; de la mañana, que era tarde, de un troncho de col, un nabo; de la mala cerveza, vino nuevo… Le doy, a Jean Raguier, todos los días una torta de queso… Sentado en muelle plumón, un gordo canónigo, tumbada a su lado la señora Sidoine, bebiendo hipocrás noche y día… Si Franc Gontier y su compañera Helena hubieran probado esta dulce vida, con cebollas y cebollinos que causan un fuerte aliento, no untarían una rebanada de pan tostado. Todo su requesón y todo su potaje no aprecio en un ajo, lo digo sin desear pelea…».
Son fragmentos de los testamentos y baladas de François Villon, seudónimo del poeta francés François de Montcorbier (París, 1431-desaparecido a partir de 1463), que estudió en la Sorbona y consiguió el título de maestro en artes aunque su espíritu inquieto y su existencia contradictoria le valieron múltiples encarcelamientos y en dos ocasiones, a punto estuvo de morir en la horca, acusado de homicidio y robo, delitos que no se pudieron probar.
Tomando de sus referencias algún tipo de plato, podríamos detenernos en unos filetes de merluza a la cazuela, que por sus ingredientes no nos aleja del siglo XV y se adapta a la voz del poeta (salsas, caldos y grandes pescados), de modo que los prepararemos como sigue: En una cazuela, rehogamos, en cuatro cucharadas de aceite de oliva virgen, cuatro dientes de ajo y una guindilla. En cuanto estén dorados, le agregamos media docena de filetes de merluza troceados y salpimentados. Dejamos que la mezcla cueza durante unos quince minutos y lo cubrimos con un vaso de vino blanco y el agua necesaria. Seguirá la cocción unos diez minutos más para que se evapore parte del líquido y serviremos la preparación en una bandeja. Volviendo a François Villon, digamos que en su poesía nos hace recorrer la sociedad de su tiempo, los barrios de París, los personajes a cual más curioso, gracia popular de grueso trazo.