Después de todas las paellas, tapas y sangrías, ¿a quién, como turista o residente en la Isla, no se le antoja a veces un bocado de auténtico pastel de carne bávaro? La selección de lugares para complacer este impulso sin inhibiciones es considerable, pero limitada, y los lugares con cierto espíritu rústico alemán que también parecen exclusivos son pocos y distantes entre sí. Uno de ellos es el restaurante que regenta el gastrónomo profesional Werner Wiedemann, originario del lago Tegernsee, en los Alpes bávaros.
En el restaurante Rancho Romana, con cerca de cuatro décadas de existencia, situado en las afueras de Peguera, el veterano anfitrión, que vive en la isla desde hace 32 años, sirve delicias bávaras para tentar a muchos paladares: el lechón asado con costra con salsa de cerveza negra y albóndigas de patata, y el filete de ternera hervido con salsa de rábano picante y patatas caldosas son claros ejemplos de su oferta gastronómica.
El menú varía de un día a otro. Las delicias culinarias se pueden disfrutar en el restaurante de martes a domingo de 13:00 a 18:00 horas. La taberna al aire libre detrás de un arco bien formado abre una hora antes y cierra una hora más tarde, a veces es accesible hasta incluso un poco más tarde.
Werner Wiedemann, de 75 años, veterano de la restauración en la Isla y también conocido por su afición al golf, asegura que los productos proceden de Alemania. «La carne y las patatas son suministradas por Feinkost Knapp de Stuttgart», afirma el chef, quien piensa en refinar la cocina rústica y casera germana con influencias mediterráneas. También quiere subirse al tren vegetariano, tan popular en este momento, y ofrecer platos sin carne. En definitiva, la cocina del restaurante, idílicamente situado a los pies de las montañas, debe ser de lujo y al mismo tiempo «moderna y joven», según Wiedemann. Los postres que sirve también encajan en este concepto, y la cerveza de barril Augustiner llega directamente desde Múnich.
En el Rancho Romana también hay espacio para el arte. Los domingos se ofrece música en vivo, y a veces el saxofonista Egon Wellenbrink deleita a los visitantes. Werner Wiedemann recuerda también que quienes acuden al Rancho Romana con niños pueden enviarlos a las caballerizas contiguas y dejar que disfruten con los caballos.