Ubicado en una zona en plena reconversión –las inmediaciones de son Armadans–, La Lianta es un local de comidas que ha conseguido aunar en poco tiempo conceptos gastronómicamente interesantes: zona de tapeo a base de conservas y vermuts para compartir, centrándose en marcas de calidad (Espinaler, Yzaguirre) a buen precio (entre 32€ y 40€, botella de vermut de medio litro, patatas, mejillones en escabeche, berberechos, aceitunas, anchoas…); tostas, bocadillos y molletes diversos para desayunos y meriendas; una variada carta de restaurante, con buenas ensaladas, interesantes platos clásicos de pescado y carne a precios razonables: escalope milanesa (15€), pulpo a la plancha salteado con botifarró (19,5€) o tronco y bocaditos de merluza (21€).
Ofrecen atractivos platos de temporada, como el canelón de carrillera con bechamel trufada, que presentan como plato estrella (14,5€), sesos rebozados, o los callos ‘como los de antes' (12,5€) Y, además, proponen algunos platos especiales, por encargo, entre los que destacan su arroz caldoso de bogavante, el meloso con gamba de Sóller y sepia, y un alioli provenzal de bacalao, todos ellos con precio que fijan según el mercado. Tienen un interesante menú de mediodía, fórmula que se va extendiendo cada vez más, muy correcto tanto a nivel de variedad como de precio (15,5€ con bebida y postre, con posibilidad de tomar medias raciones). Cuando estuvimos allí, la opción era crema de brócoli, puerros y jamón; pasta con salmón y calabacín o lentejas estofadas, y de segundos, lomo de cerdo a la pimienta con arroz; berenjenas rellenas de pescado con salsa de tomate a la albahaca, huevos fritos con tumbet, o espinacas a la crema con gambas gratinadas y tostas.
A destacar algunos platos que ofrecen sólo unos días a la semana, como es el caso del cocido madrileño, que sirven –sólo en invierno– jueves, viernes y sábado, y que lleva el sello y la autoría de Yolanda García, la cocinera que ha recalado aquí después de una amplia estadía en el restaurante Es Bullit de la calle Menorca. En La Lianta, elabora un cocido en tres vuelcos, muy logrado, en el que, estando formalmente todo lo que debe –una buena sopa de fideos, los garbanzos con berza rehogada, zanahoria y patata, carne de morcillo y gallina, caña de hueso con tuétano, chorizo, morcilla, y el relleno, que aquí no es la tradicional pelota o croqueta de carne picada, pan rallado, perejil y huevo, sino una loncha con los mismos ingredientes–, es bastante ligero. Sabroso y prácticamente sin grasa. No es fácil encontrar en la Isla demasiadas opciones de nivel para degustar cocido, y hay que reconocer que el de esta casa nos dejó una impresión muy satisfactoria, y a un precio razonable (23€).
Acompañamos la potente comida con un Ribera joven, más un coulant de chocolate como postre. Y por lo que pudimos apreciar, cuentan con una buena aceptación de su clientela. Aunque el local es grande, cuando quise reservar –el día anterior– para probar el cocido, ya no había mesas disponibles, salvo las mesitas con taburetes altos de la entrada. El público parecía muy de la zona, vecina al popular barrio de El Terreno. Buena fórmula de restaurante que conjuga propuestas y horarios diversos para un público heterogéneo que tiene bastantes opciones para elegir