Este escritor francés (La Devinière, Turena, 1483-París, 1553) solía hacer bromas acerca del hinojo porque causaba vientos en su vientre y el de sus amigos, detalle por el que no quería renegar de tan medicinal planta y lo ponía en muchos platos de su cocina. Siendo fraile franciscano estudió Letras y Ciencias, además de griego, una lengua que la universidad de La Sorbona prohibió en 1523 para evitar la expansión del erasmismo. Luego pasó a la orden benedictina y estudió Medicina en la universidad de Montpellier y ejerció –suponemos que colgados los hábitos– de médico en Lyon. Luego volvería al clero y pasó sus últimos tiempos como cura-párroco en Meudon.
Escribió y publicó las aventuras de los gigantes Gargantúa y Pantacruel, consideradas una de las obras más geniales de la literatura de todos los tiempos. Tradujo los aforismos de Hipócrates en 1532 y un almanaque dedicado al año siguiente y en 1534 la que llamó ‘pronosticación pantagruélica'. Por lo que sabía de su dedicación a la Medicina, recomendó, entre otras hierbas curativas, utilizar las gruesas nervaturas de las hojas de hinojo como saludable verdura y el sabor de sus semillas para sazonar carnes, pescados, quesos y pan. A ello añadía que el hinojo tenía las virtudes de ser diurético, estimulante, tónico, calmante y eficaz contra los parásitos. (En Mallorca se usa para salar las aceitunas). Oriunda de la cuenca mediterránea, es planta robusta que puede llegar a los dos metros de altura, utilizable toda ella. También se ha dicho que es ingrediente en muchos platos de la cocina afrodisíaca y hoy en día se fabrica alcohol utilizando sus esencias.
Recordando a Rabelais, podríamos preparar, del siguiente modo, el bacalao al hinojo: Limpiamos dos filetes de bacalao fresco (uno por comensal) y a continuación, cien gramos de gírgolas, o en su caso, robellones, Pelamos y troceamos una cebolla. Derretimos sesenta gramos de mantequilla en una sartén y freímos el bacalao. Lo retiramos luego y en la misma sartén hacemos la fritura de la cebolla y de las setas. Seguidamente salpimentamos y añadimos un decilitro de nata y dos cucharadas de hinojo fresco picado. Lo removemos bien y lo ponemos a cocer a fuego moderado, sacándolo del fogón antes de que hierva. Colocamos el pescado en una bandeja y vertemos esa salsa muy caliente sobre el mismo.