No es nada fácil paliar los efectos de una ola de calor en Palma: las altas temperaturas y la humedad por las nubes se juntan para hacer de la vida una constante búsqueda de alivio de algún tipo. Como tenemos que beber mucho líquido en verano, yo consumo dos litros y medio solo durante la mañana mientras leo la prensa en la cafetería del periódico. Desde hace mucho tiempo he descubierto que un gran aliado durante los meses más agobiantes son los cítricos, sobre todo los limones. A veces corto un limón en ocho gajos y los como como si de mandarina se tratara.
Después enjuago la boca con varios vasos de agua: consejo de mi higienista dental para no dañar el esmalte de los dientes. Otra manera de pasarlo bien entre cítricos es comer el menú del día a 16,50 euros en el restaurante peruano Munay que se sirve de lunes a viernes. Ofrecen dos entrantes, dos principales y dos postres, todos de la auténtica cocina peruana, nada fácil de encontrar en Palma. Hemos empezado con el más cítrico plato que conozco: mejillones en la media concha bañados con una leche de tigre hecha con rocoto (una guindilla), tomate, cebolla rojo, choclo y canchita, dos tipos de granos de maíz. Los mejillones tiernos vienen con todo su sabor del mar. Vaya buen principio a una comida en ola de calor.
Los peruanos tienen unos 200 tipos de patata a su disposición y su recetario es una maravilla, siendo la ‘causa limeña' uno de los platos peruanos más conocidos fuera del país. Se trata de patatas chafadas aliñadas con pimientos amarillos, tomate, aguacate, cremoso de pollo y un toque de lima. Un plato ligerísimo y delicioso: la mitad que me correspondía la zampé en un santiamén. Para los segundos platos el cocinero fue directo al grano: arroz chaufa y trigo entero cremoso. El primero está basado en las recetas que los inmigrantes chinos y japoneses llevaron a Perú. Está hecho con pollo salteado, pimientos, setas, col china con salsitas japonesas y una crujiente oblea de pasta wanton para añadir un contraste de texturas. El arroz está cocido al tradicional estilo asiático: tierno y liviano y condimentado con unas gotas de salsa de soja.
El trigo entero hace mucho tiempo fue un ingrediente importante en la cocina mediterránea, pero hoy en día se ve muy poco. Sin embargo, los peruanos emplean granos de trigo entero cocidos con pimientos amarillos, nata y queso parmesano con gambas sin pelar flambeadas con pisco, el destilado nacional de Perú. Los granos redondos de trigo están tiernos, pero asimismo tienen que masticarse, sacando así todo su sabor. Con dos postres espléndidos, no tenía ninguna queja de este menú y le concedí un 10. Aunque he comido en Munay en cuatro ocasiones, no conozco el nombre del cocinero-propietario. Él sabe que escribo sobre su restaurante, y cuando hacemos contacto ocular en el comedor, los dos levantamos la mano en un saludo cordial pero sin palabras. Tenemos una buena relación silenciosa. De todas formas, la próxima vez debería acercarme y pedir su nombre… y darle las gracias por esas oportunidades de probar platos peruanos auténticos. Especialmente durante una ola de calor palmesana.