Boris Johnson, con su pelo estrambótico e ideas que pueden ser más que descabelladas, a veces nos da la impresión de ser un chiflado y no el primer ministro de Gran Bretaña. Pero en la ‘nueva normalidad' post-virus en Inglaterra, Boris tuvo una buena idea que llegó directamente a los estómagos de los británicos: un descuento del 50 por ciento en los platos de restaurante de un máximo de 20 £.
El plan borisiano se llamaba Eat Out To Help Out, comer fuera para ayudar. La idea era llenar los restaurantes de todo el país de lunes a miércoles durante agosto con el cebo del descuento de 10 £, y así inyectar enormes cantidades de dinero en la economía del país. El público de lunes a miércoles podía desayunar, merendar, comer y cenar en cualquier restaurante y disfrutar cada vez de un reembolso máximo de 10 £. Alguien que comía un pizza y una ensalada a 20 £, pagaba sólo 10 £. Si una cuenta sumaba 30 £, se cobraba 20 £. En cualquier ticket por debajo de 20 £ el ahorro era del 50 por ciento. Por todo el país los comensales estaban disfrutando de buenos platos a mitad de precio, algo totalmente inédito.
Bogavante de Rick Stein
Una amiga que vive en Winchester se fue al Seafood Restaurant de Rick Stein, donde comió un bogavante fresco de Cornualles y pagó 18 £ en lugar de 28 £. Un fish and chips en otro sitio estaba en la carta a 15 £, pero ella pagó 7,50 £. Una verdadera ganga.
Y la idea funcionó como nada que Boris hubiera organizado en el pasado. Según la agencia de reserva de mesas Open Table, en las primeras tres semanas de la oferta especial, se vendieron 64 millones de platos con el descuento. Durante una de esas semanas, el número de clientes de lunes a miércoles en todo el país subió en un 61 por ciento comparado con la misma semana del año pasado.
Estas cifras no tienen nada de extraño. A cualquier persona le encanta pedir una pizza y una ensalada de 20 £ y pagar sólo 10 £. Un buen fish and chips a sólo 7,50 £ es un precio increíble. Y si hay gangas hasta cuatro veces al día, mejor que mejor. Y no sólo los clientes estaban en un estado de euforia con el plan de Boris: para los restauradores el descuento de 10 £ fue como una gran caída de maná del cielo. Ver sus ingresos del lunes, martes, y miércoles subir un 61 por ciento durante una semana de agosto era de lo mejor que les había pasado en muchísimo tiempo.
Buen negocio
Pero quizás lo más sagaz del plan del no tan chiflado Boris es que fue un buen negocio para las arcas públicas. Esos 64 millones de platos con un descuento de 10 £ suman 640 millones de libras que el gobierno ha pagado a los restauradores. Mucho dinero. Pero también tenemos que ir sumando lo que el plan generó en el IVA y el IRPF de todos los restauradores y sus proveedores… y los proveedores de los proveedores. Luego, los restauradores habrán sacado miles de trabajadores de los ERTE y esto representa menos pagos de desempleo y más ingresos en impuestos y más dinero para la Seguridad Social. No hace falta ser economista para aplicar la teoría del efecto de la bola de nieve: cuando una pequeña bola va rodando por la colina, termina siendo una bola enorme. Lo mismo ha pasado con el plan borisiano: el descuento de 10 £ ha generado tanto dinero por todo el país que al final el mismísimo gobierno se ha llevado un buen trozo del pastel.
Es una lástima que nadie en Madrid ni Palma haya pensado en un plan similar. Si lo hubieran hecho, no estaría viendo tantos buenos restaurantes de la ciudad que han cerrado para siempre. El plan de aquí, dejar poner mesas en la calzada, no ha servido para casi nada. Que esa idea de Boris fue un éxito increíble se ve en un pequeño detalle: muchos restauradores, incluyendo los famosos como Rick Stein, continúan con el descuento durante este mes, pagando las 10 £ de descuento de sus propios bolsillos. Más dinero para las arcas públicas. Buen provecho, Boris.