La berenjena es el fruto de una planta herbácea que pertenece a la familia de las solanáceas. Las flores de este fruto son muy características al ser de color violeta y con forma de estrella. Además, "es una planta muy exigente en luminosidad, requiere de 10 a 12 horas de luz. Soporta bien las temperaturas elevadas siempre que haya una humedad adecuada, y es muy sensible al frío", destaca la Fundación Española de la Nutrición (FEN) en el libro La alimentación española: características nutricionales de los principales alimentos de nuestra dieta.
El fruto comestible de esta planta es una baya que puede alcanzar hasta los 30 centímetros de longitud y, aunque la más común es de color morado, también existen berenjenas blancas, negras o de colores mezclados. Esta hortaliza es fuente de proteínas y flavonoides y, entre sus beneficios para la salud, destaca su poder antioxidante que protege las células del cuerpo.
Se trata de un alimento compuesto principalmente por agua (93%), sin apenas lípidos (0,2g por cada 100g consumidos) y con reducido valor energético (27 kcal por cada 100g) comparado con otras verduras u hortalizas. Sin embargo, es rica en fibra y minerales como el potasio y, en menor medida, en vitaminas. Por tanto, la berenjena es ideal para prevenir la retención de líquidos y tiene un efecto diurético y depurativo.
Respecto a los minerales, contiene un importante aporte de potasio (214mg por cada ración de 100g) y, en menor cantidad, calcio, magnesio y fósforo. Esto le otorga beneficios para el organismo ya que ayuda al correcto funcionamiento del sistema nervioso y muscular. También ayuda a fortalecer el sistema inmunológico.
Al tener propiedades antioxidantes, protege a las células de los radicales libres y es buena para el cuidado de la piel. Además, su piel "contiene na antocianina, la nasunina, con acción antioxidante", subraya la FEN. Las berenjenas favorecen los procesos digestivos y tienen un efecto saciante y, como se comentaba anteriormente, diurético. Por tanto, son ideales para dietas de adelgazamiento.
Por otra parte, "la berenjena contiene cierta cantidad de un alcaloide tóxico llamado solanina, que aparece mucho más en las partes verdes de la planta y en los frutos poco maduros. La solanina desaparece con el calor, de modo que una berenjena madura bien preparada y cocinada no supone el más mínimo riesgo", añaden desde la FEN.