Hay dos magníficos restaurantes indios en Palma. Uno es Basmati, en calle Caro, y el otro es Baishaki, en el Paseo Marítimo. Shahin Awal fue jefe de cocina en Baishaki antes de abrir Basmati en una casa antigua con mucho karma y carisma (Tel:971-710387). Shahin, cuya cocina es bangladeshí más que hindú, es uno de los dos cocineros más conscientes de su deber que conozco (el otro es Michele Caporale de La Bottega de calle Fábrica). Shahin es tan perfeccionista que usa calabacín bangladeshí porque trajo las semillas de su país para que un payés cerca de Palma las cultivase para él. Muchas de sus especias también vienen de Bangladesh. Shahin siempre se ha especializado en menús de degustación. Evita totalmente las especias picantes en sus platos y emplea sólo las aromáticas, algunas especiales de Bangladesh. Pero sabe muy bien que a mucha gente le gusta un buen toque de picante y para ellos siempre hay un cuenco de salsa de guindillas en la mesa. Es muy, pero muy explosiva.
Los menús de degustación en Basmati necesitan bastante tiempo en llegar de los entrantes a los postres y al mediodía no son aptos para muchos clientes asiduos que tienen que volver al trabajo. Para ellos Shahin ahora ofrece un menú del día a 16,50 € que se sirve de lunes a sábado, para un mínimo de dos personas. Consta de tres entrantes ligeros, tres platos de carne (uno por persona), un curry con arroz basmati a elegir entre tres y para compartir, un pan naan, un postre y una copa de vino o agua. También en la mesa hay tres salsas: una con tamarindo, otra con hierbas y cítricos y la muy picante. S
iempre hay alternativas para vegetarianos aunque sólo haya un vegetariano en una mesa de tres. Pero si comen juntos un carnívoro y un vegetariano tendrán que comer un menú vegetariano. No es un menú del día para salir del paso: los platos son los mismos que en los menús de degustación, pero en cantidades más pequeñas.
El pan ‘peshwari' de Shahin es el mejor que conozco.
Un ejemplo de menú: tres aperitivos compuestos por una mezcla de berenjenas muy picadas con especias bangladeshí en un wrap de harina de garbanzo, una pakora de lentejas y una ensalada de canónigos bien perfumada. Para los platos de carne un shish kebab de cordero picado y alitas de pollo en brocheta. El curry para compartir puede ser de pollo, ternera o ciervo. En el postre, algo inesperado: un parfait inglés, parecido a un crumble. Debe ser un vestigio de la época colonial que ha sido asimilado en la cocina bangladeshí. Es ligero y refrescante, ideal para terminar una comida basada en especias aromáticas. Shahin hace el mejor pan peshwari (relleno de frutos secos, miel y coco) que conozco y vale la pena pagar el suplemento de un euro. Este pan es único y lo como tal cual, mirando por la ventana, pensativo, enfrascado en cada mordisco y sin hablar. Es así de estupendo.