El arroz blanco es la típica guarnición de batalla que nos puede sacar de cualquier apuro, pues es un ingrediente que suele estar en todas las despensas.
También es cierto que si uno calcula mal la cantidad y hace de más, corre el peligro de quedar perdido en un táper en la nevera in eternum.
Si preparamos estos crackers y los guardamos en un recipiente hermético en la nevera, los podremos consumir hasta una semana después a modo de mata hambre, solos o para bañar en hummus o guacamole.
Para elaborarlos, solamente tenemos que condimentar el arroz con las especias o hierbas aromáticas que más nos gusten o tengamos a mano, tales como curry, orégano, hierbas provenzales, guindilla… o por qué no, queso parmesano o un menorquín muy curado.
Ingredientes
- 1 taza de arroz hervido
- 1 cucharadita de semillas de sésamo negro
- 1 cucharadita de comino molido
- 1/2 cucharadita de pimienta cayena
- 1/2 cucharadita de sal
Mezclamos bien todos los ingredientes en un lebrillo.
Extendemos la mezcla formando una capa de un centímetro aproximadamente sobre una placa de horno que habremos protegido con papel apto para hornear o una esterilla de silicona.
A continuación, horneamos a baja temperatura colocando la bandeja en la zona alta del horno, unos 90º durante 40 minutos o hasta que los granos se hayan deshidratado, sin importar que se tuesten un poco de más los extremos.
Apagamos el horno y dejamos enfriar en su interior nuestra placa de arroz especiado. Ya completamente fría, la troceamos con los dedos teniendo en cuenta que después las freiremos y doblarán su tamaño.
Calentamos aceite de oliva en una sartén a fuego vivo y freímos los crackers, mejor de dos en dos como máximo, pues se doran en cuestión de segundos.
Los sacamos con ayuda de una espumadera y los dejamos enfriar sobre un colador (o papel de cocina) para eliminar el exceso de aceite antes de servirlos.