Durante el invierno, el descenso de las temperaturas no solo afecta a las personas, sino también a diversas plagas que buscan refugio en espacios cálidos. En esta época, las plagas más comunes incluyen roedores, cucarachas y ciertos insectos, como las chinches o pulgas, que encuentran en los hogares el ambiente perfecto para sobrevivir. Combatirlas requiere medidas preventivas y el uso de productos especializados que eliminen el problema de raíz.
Los roedores, como las ratas y los ratones, son los protagonistas indeseables del invierno. Con la llegada del frío, estos animales abandonan sus nidos al aire libre y buscan espacios cerrados donde puedan encontrar alimento y calor. Además de los daños materiales que causan al roer cables y estructuras, representan un riesgo sanitario al ser portadores de enfermedades como la leptospirosis y la salmonela. Para combatirlos, es fundamental sellar cualquier grieta o acceso al hogar y utilizar rodenticidas efectivos, siempre con precaución en áreas donde haya niños o mascotas.
Las cucarachas son otro de los enemigos silenciosos del invierno. Aunque puedan parecer menos activas, siguen buscando refugios cálidos, especialmente en cocinas, baños y sistemas de calefacción. Este tipo de plagas, además de ser resistentes, pueden contaminar alimentos y superficies. Para erradicarlas, es importante mantener una limpieza rigurosa y utilizar insecticidas específicos en las zonas más susceptibles.
Entre los insectos más persistentes también se encuentran las chinches y las pulgas. Las primeras suelen esconderse en colchones, muebles y textiles, alimentándose de la sangre de sus huéspedes. Aunque no transmiten enfermedades, sus picaduras generan molestias y reacciones alérgicas. Por otro lado, las pulgas, que afectan principalmente a mascotas, pueden reproducirse rápidamente, convirtiendo una pequeña infestación en un problema mayor. Combatir ambas plagas implica tratamientos con insecticidas y medidas de higiene exhaustiva en el hogar.
La prevención juega un papel crucial para evitar la proliferación de estas plagas en invierno. Sellar entradas, mantener la limpieza de espacios y textiles, y realizar controles periódicos en zonas de almacenamiento y desagües son prácticas esenciales. En casos de infestaciones persistentes, la intervención de profesionales y el uso de productos de alta eficacia, como los ofrecidos por laboratorios especializados, garantizan una solución definitiva.