A la hora de diseñar el cuarto de baño solemos optar por alguna de las tendencias decorativas más usuales: rústico, contemporáneo o muy sofisticado cuando se trata de un pequeño aseo donde podemos dejar volar la imaginación. Lo más en boga actualmente es recurrir al socorrido estilo hotel urbano, que nos garantiza cierta perdurabilidad –no se pasan de moda tan fácilmente porque se basan en elementos clásicos–, además de una atmósfera de spa confortable y elegante muy apetecible.
En alicatados se imponen las piezas cada vez más grandes, aunque el gresite y sus sucedáneos siguen en pie y llegan los azulejos con relieve. El mármol, imperecedero, mantiene su reinado, mientras se abren paso las perfilerías en negro, con más carácter industrial. Sin embargo, hay un elemento que se niega a abandonar nuestro cuarto de baño: la madera. Es el material natural por antonomasia y por ello su presencia es garantía de calidez y de calidad –siempre que sea verdadera y no una imitación barata–.
Hasta ahora se limitaba a los muebles bajolavabo y alguna repisa, pero ya está extendiendo su presencia a otros rincones del cuarto de baño, desde el suelo a paredes enteras o revistiendo zonas completas, incluso la bañera. Predominando los tonos claros o medios, con sabor escandinavo, el abuso de la madera no tiene por qué significar un giro radical hacia el rusticismo. Al contrario, siendo un material natural con mil texturas y tonos, la madera es capaz de adaptarse a todos los estilos, creando perfectos espacios de aire contemporáneo.