Con motivo del Día de Todos los Santos te explico las pautas que debes seguir si, por desgracia, tienes que asistir a un funeral. Igual que en eventos más agradables como las bodas, existen unos códigos de vestimenta que tenemos que tener en cuenta.
Por norma general, en España cuando se va a un funeral se opta por el negro pero esta norma no es así en todo el mundo. En India, Japón, China y otros países orientales las personas de luto se suelen vestir de blanco, color que simboliza la palidez de la muerte.
Por su parte, algunos budistas chinos manifiestan el luto con ropa amarilla, en Siria se utiliza el azul y en Sudáfrica el rojo. Pero los colores no son la única diferencia cultural que existe entorno a la muerte.
Una de las tradiciones fúnebres más sorprendentes del mundo se da en Madagascar. Un pueblo del país celebra la conocida como Famadihana, una costumbre en la que cada cinco años la familia desentierra a sus difuntos y baila alrededor de ellos. Además, durante el acto se cuenta al fallecido todo lo que ha ocurrido en su ausencia.
En el Tíbet, Qinghai y Mongolia se realiza el conocido como 'entierro celestial', un ritual del pueblo budista en el que los buitres se comen al fallecido. Para ello el cuerpo del difunto se corta en pequeñas piezas y se deja en la cima de una montaña, una costumbre inimaginable en nuestro país.
Uno de los rituales más curiosos y antiguos de entierro es el de las dinastías chinas que consiste en colgar los ataúdes en barrancos altos. Esta tradición tiene el objetivo de acercar los cuerpos al cielo o al paraíso. Eso sí, la distribución de los ataúdes se realiza siguiendo un criterio muy concreto: según la posición de la persona en la sociedad.
Por otro lado, en Ghana acostumbran a enterrar a los fallecidos en ataúdes personalizados. Formas sorprendentes como botellas de cerveza, ratones, coches... Aunque, eso sí, uno de los diseños más demandados es el de 'pez'.
Y si hay algo que se ha convertido en tendencia en los últimos años en Corea del Sur es convertir las cenizas en diamantes. Los servicios funerarios han ideado esta nueva costumbre que nace por la falta de espacio en los cementerios locales.