Con la llegada del calor queremos disfrutar de los primeros rayos de sol. Eso sí, hay que tener mucho cuidado y utilizar la protección adecuada. En el vídeo que acompaña a esta noticia te explico cuál es el Factor de Protección Solar más adecuado para ti.
Además, a la hora de adquirir un buen protector solar, debemos diferenciar entre dos tipos de filtros: físicos y químicos.
- Los filtros físicos son aquellos que encontramos en la naturaleza. Sustancias de origen mineral que reflejan la totalidad de las radiaciones solares, es decir, crean una pantalla que, cuando llega el sol, rebota. Este tipo de filtro es el indicado para los niños. Entre estas sustancias podemos encontrar el dióxido de titanio, el óxido de zinc, el talco, el carbonato de magnesio, el caolín y el cloruro térrico. Los preparados de este tipo suelen conferir un efecto empolvado y blanquecino a la piel, que se tiene que paliar añadiendo pigmentos coloreados.
- Los filtros químicos, como su propio nombre indica, son sustancias químicas que absorben las radiaciones dañinas para la piel y las transforman en radiaciones con una longitud de onda inocua. Los filtros no deben penetrar en las zonas profundas de la piel, por lo que deben estar formulados de manera que esto no sea posible.
La mejor opción es la mezcla de los dos filtros: de este modo se consigue una mejor absorción de los distintos tipos de radiaciones y, además, permite utilizar una concentración más pequeña de cada uno. También son necesarios los filtros biológicos (moléculas con propiedades antioxidantes), cuya acción radica en el secuestro de los radicales libres, responsables del envejecimiento cutáneo y del cáncer fotoinducido.
Formas cosméticas
Podemos encontrar protectores solares comercializados en numerosas formas cosméticas. Las más comunes son las siguientes:
- Aceites: aportan un acabado brillante, aunque protegen muy poco, ya que forman una película muy fina sobre la piel.
- Cremas: son más protectoras por su alto factor de absorción.
- Productos acuosos: geles y líquidos en aerosol. Muy cómodos de utilizar, porque no producen sensación pegajosa. Hay que tener cuidado al aplicarlos, sobre todo cuando hay viento. Se utilizan, generalmente, para proteger el cabello.
- Espumas: muy fáciles de aplicar, aunque poseen menor poder protector, por lo que reaplicarlo con frecuencia.