Maria Antònia Cerdà (Pòrtol, 1983) regenta desde hace unos meses Sa Madona de Ca'n Xinet, un establecimiento en pleno centro comercial de la ciudad de Inca. En sus estanterías se puede encontrar una amplia variedad de productos marcados siempre con el sello de la agricultura sostenible y la producción local. Busca tener en sus estanterías lo mejor que da la tierra mallorquina y defenderlo como una alternativa de calidad y sostenibilidad para sus clientes frente a los productos de origen incierto.
La idea de abrir Sa Madona de Ca'n Xinet vino después de que Cerdà fuese la creadora de una web que recogía una muestra de productos locales. La aceptación de esta oferta le llevó a abrir las puertas de una tienda en Lloret de Vistalegre, «que es una de las zonas de la Isla más activas en cuanto al consumo de producto local». El cambio a Inca vino motivado por la posibilidad de estar en pleno centro comercial de la ciudad y aprovechar todo ese potencial. «Suponía situarnos en el centro de la Isla y decidimos apostar por eso», relata. En sus estanterías se pueden encontrar aceites, embutidos, patés, vinos o galletas, procedentes exclusivamente de Mallorca.
El principal interés de los clientes que entran en su tienda es buscar «un producto realmente hecho en Mallorca. La gente desconfía mucho de las etiquetas, pero cuando les explicas el origen, que nos hemos preocupado por traer mercancía que realmente sea producida en la Isla, finalmente conectan con el producto».
La tipología de las personas que entran en su establecimiento dista mucho de lo que podría parecer un simple negocio para turistas: «Son en la inmensa mayoría residentes, tanto mallorquines como extranjeros, preocupados por valores como la economía circular y la sostenibilidad». El turista no suele buscar estos factores: «Para ellos lo importante es el souvenir, no los valores detrás del artículo».
El Fet a Mallorca se valora como una garantía de calidad: «Mi forma de entender el negocio es que tiene que tener una oferta de calidad, cualquier alimento no vale. El verdadero producto de calidad de Mallorca es precisamente el que ofrece calidad mallorquina, no es cualquier cosa. No vale solo con que esté elaborado aquí, ha de representar unos valores de respeto hacia la Isla, sus tradiciones y su cultura».
Desde su negocio trata constantemente con los productores locales. Las mercancías llegan en la inmensa mayoría de los casos directamente de estos, sin intermediarios. Ellos le trasladan sobre todo una preocupación, el que la gente valore su calidad. «Muchos consumidores no se acercan al producto mallorquín por temor a que sea un precio muy elevado, pero con la inflación del mercado esta diferencia es cada vez menor. De todas formas terminan dándose cuenta de que de haber una diferencia de coste, termina mereciendo la pena porque el sabor y la calidad de lo que compran es evidente».