No era su intención. Sin embargo, por casualidad, encontró un enjambre de abejas y de alguna manera le cambió un poco la vida. Xavier Macho se emprendió el año pasado en la aventura de la apicultura y desde entonces sus curiosidad y sus conocimientos por este particular animal no han parado de crecer, igual que el número de abejas que tiene en su haber.
«Empecé a interesarme por las abejas y descubrí todo un mundo. Comienzas con poco, y de pronto, ves lo grande que es este campo», explica Macho. Él tiene ya doce enjambres repartidos en varias fincas de Manacor y su intención es hacer crecer su comunidad. «De cara al año que viene espero doblar las cajas que tengo actualmente».
El trabajo de apicultor tiene una serie de particularidades. Normalmente, las abejas tienen dos períodos de producción de miel, en primavera y en otoño. «El clima de Mallorca se puede considerar muy acertado para las abejas, puesto que el invierno no es demasiado frío», matiza Javier. Además señala que «los agricultores que producen miel no suelen criar, y al revés». Así, para que se cree un nuevo enjambre será necesario que la reina se sienta sin espacio para que decida trasladarse con un 50-60 % de su colmena y deje al resto con una nueva reina. Así se reproducen pero en este caso, no producen miel. Por otra parte, cada enjambre puede llegar a producir entre 10 y 11 kilos de miel.
En el mismo sentido, Javier explica que el trabajo más importante de un apicultor es «que las abejas no se queden estancadas y tengan sitio para continuar avanzando». No es un trabajo diario sino más bien una labor meticulosa y que se aprende en el día a día y «a base de experimentación y de recabar información». Para ello, Javier valora muy positivamente los cursos que asociaciones como Apaema, (de la cual se hizo socio cuando entró en este campo) ponen a disposición de las personas que quieren emprender en el mundo de la agricultura. Sin embargo, el manacorí reconoce que es autodidacta y ha ido aprendiendo e investigando sobre la marcha y según su tiempo, «el trabajo y la familia me dejan el tiempo justo para las abejas».
Es una afición que no requiere grandes inversiones: «Tienes que tener el espacio, comprar las cajas para las abejas y encontrarlas», aunque reconoce que no puedes confiarte y debes colocarte siempre que visitas las abejas el traje de protección. «Este pasado verano, con la calor intensa que hacía, decidí echar un vistazo a mis enjambres sin el traje. Acabé con la ropa agujereada y más de veinte picaduras», bromea. Es una afición que se ha convertido en pasión y con la que Macho espera continuar muchos años más. «Espero que el próximo año familia y amigos ya puedan disfrutar de mi miel». Y quien sabe si en un futuro su pasión podrá llegar a ser también su profesión.