Pep Barceló (Selva 1995) dejó sus estudios y decidió dedicarse al campo, un espacio del que disfrutaba desde niño. Hoy gestiona mediante acuerdos con los propietarios entre 25 y 30 pequeñas parcelas de la zona. Tiene ovejas, algarrobos, almendras y olivos. Mira al futuro con resignación y cierto pesimismo consciente de que, si no hay un cambio real, su oficio está condenado a desaparecer.
«Mi padre era cazador y siempre tuve mucho contacto con el campo, cuando dejé los estudios primero empecé con la leña, luego con las ovejas y empecé a coger fincas... hasta hoy», dice el joven agricultor y ganadero.
Pep Barceló no es propietario de ninguna de las fincas que explota. Lo hace mediante acuerdos con los propietarios «Llevo 25 o 30 porque en esta zona las parcelas son muy pequeñas», explica.
A diferencia de lo que ocurre en otras zonas de la Isla como Pollença, donde el uso turístico del suelo agrario está robando terreno a la payesía, en Selva Pep Barceló explica que no hay demasiadas interferencias. De hecho buena parte de los propietarios de casas turísticas vacacionales llegan a acuerdos con pequeños agricultores y ganaderos para que exploten y cuiden sus campos de olivos o almendros.
Barceló es consciente de que la payesía no es el oficio que más eligen los jóvenes. «Si seguimos así no van a encontrar un relevo generacional porque crecen los problemas, el papeleo, se mueren los almendros, los corderos no valen nada, cada vez hace más calor y tenemos menos agua...», lamenta.
La diversificación de su actividad es la que le permite mantenerse a flote. «Si no fuera por la algarroba trabajaría de otra cosa y me dedicaría a esto los fines de semana», dice.
La agricultura y la ganadería en los pueblos de montaña suma además algunas dificultades que no se dan en el Pla. «Es más complicado, por la orografía del terreno, pero hay que decir que ahora desde hace tres o cuatro años hay una línea de ayudas», señala.
Pep Barceló elabora y vende su propio aceite en la almazara de Olis Caimari mientras que el resto de productos (almendra y algarroba) los vende en cooperativas. «La algarroba y la almendra necesitan máquinas para procesarlas por eso las llevo a Camp Mallorquí», explica.
«Me gustaría dedicarme toda la vida al campo, ojalá, pero hay que ver cómo evoluciona. Si miramos 20 años atrás cómo estaba el campo y cómo está ahora... si no se toman medidas esto será un desierto», advierte.
Respecto al último año y medio este joven payés lamenta que el trabajo de los profesionales del campo «se puso en valor apenas medio año... hasta que acabó el confinamiento total y volvieron a los supers». «Algo se ha quedado pero, no como entonces. La gente se olvida fácilmente de nosotros», añade. Barceló tendrá un puesto de venta directa de aceite en la próxima Fira de Caimari.