La fertilidad del suelo es uno de los mayores condicionantes de la productividad de las tierras de cultivo y de su rentabilidad. Por ello, saber cómo funciona un suelo es muy importante para que el agricultor pueda aplicar el tipo de fertilidad idóneo. El manejo ecológico del terreno permite mejorar la capacidad productiva de la tierra, ya que confiere más importancia al manejo de la materia orgánica y a las características biológicas.
Para explicar la importancia de una buena fertilidad, la Associació de Productors Ecològics de Mallorca (APAEMA) organiza un curso, a través de internet, en el cual el ingeniero agrícola José Ramón Sainz diserta sobre su metodología basada en la agricultura regenerativa para sacar el mejor provecho de la tierra al producir.
Entre otros aspectos, explica la relación que hay entre la planta y el suelo, y los elementos que se tienen que tener en cuenta para analizarlo, qué son los microorganismos, la materia orgánica y los minerales: «Dependiendo de cuál sea cada uno de estos parámetros sabremos la salud que tiene el terreno, y lo importante es que esté equilibrado. Que tenga presencia de cada uno de estos elementos y una buena biodiversidad hará que sea un terreno sano». También analiza un suelo sano desde el concepto de la trofobiosis (la relación entre las plantas y los insectos. Cuando la planta está bien nutrida, la formación de aminoácidos que tiene no permite que se puedan alimentar las plagas, que generalmente tienen un crecimiento exponencial). «La salud de las plantas está íntimamente ligada al equilibrio que tiene el suelo y por tanto como más equilibrado esté, como más elementos lo compongan, las plantas que nazcan más sanas están y más resistencias tienen frente a patógenos», explica.
También se exponen herramientas de evaluación práctica para analizar un suelo, por ejemplo, con agua oxigenada, para saber los niveles de materia orgánica que tiene. De esta manera, los agricultores pueden hacer un seguimiento de su terreno para valorar la salud del mismo. Como efecto negativo, Sainz, señala la práctica de labrar constantemente la tierra de forma sistemática varias veces al año. «Es una mala práctica, si no se está aportando materia orgánica lo que se está haciendo, simplemente, es destruir la materia orgánica y se está agotando aquel suelo y, aunque ahora siga produciendo, en los próximos años, en las generaciones futuras, dejará de hacerlo», sostiene José Ramón Sainz. En cuanto a los suelos de Mallorca, su salud no es la más idónea.
El técnico de APAEMA, Pere Sureda, explica que con dificultades llegan al 1,5 por ciento en materia orgánica cuando tendrían que llegar, como mínimo, al dos. «Si no hay materia orgánica ya no hay una importante cantidad de microorganismos, por tanto, los suelos de Mallorca no están bien».