Con sólo 33 años y experiencia en tres continentes, Rafel Lladó Cilimingras (Palma, 1987) pertenece a la generación de enólogos en camino al terruño. «Un tránsito que viene del gran respeto al payés. Debemos aprender mucho de ellos. Infinidad de cosas se han modernizado en el sector vitivinícola, pero muchas otras siguen dependiendo de una sabiduría ancestral que sólo se aprende aquí», asegura nuestro protagonista señalando la tierra de call vermell sobre la que conversamos.
Tras cuatro vendimias en el gigante vitivinícola Freixenet y otras tantas en Chile y Australia, Lladó es actualmente el responsable de bodega y enólogo de Terra Blanca. Pero de forma paralela ha iniciado un proyecto personal enfocado a la elaboración de vinos naturales a partir de variedades autóctonas.
Desde finales de 2017, Rafel Lladó anda recuperando viñedos antiguos de variedades locales en Algaida. Suelen ser pequeñas parcelas plantadas en vaso que, por poco productivas o por desinterés quedaron en desuso o prácticamente abandonadas. Ahora, todas ellas preservadas, son gestionadas de una manera lógica y natural, siguiendo los principios de la agricultura orgánica.
Fruto de ello son las las primeras elaboraciones como vino de garaje, alumbradas en el Taller de Vins Ca's Quitxero, de Tomeu Ballester. Vinos naturales: un blanco de Premsal y los tintos Sa Caiassa, La Pau y, de la mano de Ballester, la evolución de Ses Putes Pedres, el vino insignia de Ca's Quitxero.
Lladó Cilimingras, descubrió el mundo de la viticultura durante sus estudios de ingeniero agrónomo en Barcelona, donde coincidió con quien considera su ‘mentor', Pablo Matallana. Gracias a él descubrió Priorat y aquello fue el despertar de una vocación que apuntaló académicamente con un máster de enología en la Rovira i Virgili. Cruzar los océanos la consolidó. Si en Barossa Valley, en el sur de Australia, adquirió conciencia de la industrialización del sector vitivinícola, fue en Chile donde despertó a la cultura del vino elaborado, si no de forma estrictamente natural, sí bajo mínima intervención. De nuevo animado por Matallana -que en ese momento colaboraba con Louis-Antoine Luyt (pupilo de Marcel Lapierre en Beaujolais) en el pleno resurgir de la variedad autóctona País-, Rafel viajó hacia tierras andinas. Allí se encontró con viñas de antiguedad centenaria, de pie franco y el vino pipeño.
En la región del río Maule trabajó con Jose Luís Gómez y Daniela Lorenzo en las viñas y bodegas González Bastías. Dormían en tiendas de campaña y a diferencia de Australia, el trabajo era todo manual y la intervención, anecdótica. «Todo ello abrió mi mente y desde entonces intento que mis vinos sean lo más naturales posibles, que hablen de la tierra de donde nacen», sostiene Rafel Lladó Cilimingras. A veces los sueños se tornan realidad.