La campaña de cosecha de cereales y leguminosas está a punto de acabar y los campos del Pla de Mallorca cambian de color tras el paso de las máquinas cosechadoras.
La temporada de recogida de cebada, trigo, avena y favó finaliza este año con una cosecha pobre y afectada por la lluvia caída a destiempo en mayo y junio.
Los granos de cebada son diminutos al haber cogido poco peso debido de las lluvias a destiempo y por el fuerte calor de más de 20 grados en febrero, hechos que han abocado que sea una temporada muy irregular que condiciona el balance final: «una mala añada» como dicen los payeses, alrededor de un 20 % más baja que el año pasado, pero «no desastrosa», aunque también depende de la zona de la isla en qué ha influido más o menos.
Joan Simonet, gerente de la asociación de agricultores Asaja, define esta temporada como «un cultivo que ha estado desorientado, el crecimiento no ha ido en línea recta, sino que ha tenido picos y bajadas debido a las lluvias y calor en momentos donde no era lo normal, que ha desbaratado el ciclo biológico de la planta; no la ha matado, pero si despistado», hecho que ha mermado la producción respecto años anteriores.
El Pla es la zona cerealística por excelencia, con unas 20.000 hectáreas sembradas de las 35.000 que hay contabilizadas en toda la isla.
Por lo que a la cebada se refiere, la media de recolección de este año está sobre los 1.500 kilos por cuarterada; mientras que el peso específico (el valor que determina la calidad del grano, o sea, la cantidad de harina que lleva), está entre 50 y 55 kg por 100 litros, cuando en años anteriores (un any bo) está sobre los 60-62.
En cambio, la campaña de trigo ha ido algo mejor -teniendo en cuenta que es un cultivo más tardío- con una recolección media de entre 2.000 y 2.500 kilos por cuarterada. En este caso, el peso específico ha entrado dentro de los ratios normales, sobre 74-75 kg por 100 litros.
En el lado opuesto se encuentra el cultivo de favó con una bajada más marcada, de hasta un 30 por ciento menos de lo que suele ser una campaña normal. La media está sobre los 1.400 kilos por cuarterada y éste año sólo se llega a los 1.000.
Ante esta bajada, algunos agricultores consultados han explicado a este periódico que el rendimiento será bajo, hecho que provocará que se tenga que importar grano de la Península u otras zonas para alimentar a los animales.
Algunos auguran que en la temporada de Navidad ya no habrá comida de aquí para los animales. Este hecho –explican- traerá como consecuencia una subida de precio de los animales, ya que a los payeses se les habrá encarecido el coste del engorde. Si este incremento de costes no se repercute en las ventas de los animales, las perdidas volverán a caer sobre el sector agrícola y ganadero.