Blanca Terra es una de las bodegas más jóvenes de Mallorca. No es un nombre escogido por pura poesía, sino que guarda relación con el terruño de las fincas en las que están plantadas sus viñas en Porreres. Una tierra blanquecina que antaño fueron campos de cereales y albaricoqueros, que Bernat Febrer compró para practicar la agricultura por afición, «pero su mente inquieta y emprendedora no se conformaba con venir a pasar el tractor para distraerse, así que hace seis años iniciamos el proyecto de montar una bodega, plantando primero la viña», explica su hija, Maria Antònia Febrer.
Dadas las características físicas del terreno, este primer viñedo fue plantado de las variantes Chardonnay, Riesling, Macabeu, Cabernet, Merlot y Monastrell, principalmente. Seis años después de aquellos primeros pasos y de los primeros éxitos de sus vinos, la familia Febrer prepara una nueva línea de vinos elaborados con variedades autóctonas. Para ello plantarán nuevas viñas en fincas de Montuïri en las que la composición del suelo es más adecuado, y a la vez están construyendo una nueva bodega que esté más cerca de la viña.
Esta mayor necesidad de espacio permitirá desarrollar dos nuevos proyectos que los Febrer tienen en marcha. Por un lado, elaborar un vino espumoso y una línea de vinos de variedades autóctonas. Y por otro, hace unos vinos sin sulfitos.
«Toda la inversión que se ha realizado en maquinaria va enfocada en este sentido, en poder elaborar pronto vinos libres de sulfitos», explica Maria Antònia Febrer, que cuenta con el apoyo técnico del enólogo Jaume Berguedà, de Xisco Blas en la promoción de la marca, y de sus propios hijos, la tercera generación de los empresarios Febrer.
La bodega está equipada con una prensa de gas inerte y un huevo de cerámica que se utiliza para el que será su primer blanco de crianza Ses Planes, entre otra tecnología de última generación. En cambio, la vendimia es manual para preservar la uva lo máximo posible. «Mi padre trabajó en el campo hasta los 30 años, luego ha tocado casi de todo, gasolineras, rentacars, autobuses, agencias de viajes, cambio de moneda... y ahora una bodega; y lo primero que le dijo al enólogo es que quería hacer un buen vino, de calidad».
Con una producción anual de 23.000 botellas y 6,5 hectáreas de viñedos, los nombres de todos sus vinos guardan relación con el fundador: Febrer, Son Roca, Fora Vila, Ses Planes...
Poco a poco comienzan a cosechar no solo uva, sino sus primeros reconocimientos. En 2017 presentaron su primer vino a la Guía Peñín, Son Roca, que obtuvo 90 puntos. Más adelante, tres de sus vinos fueron seleccionados en el certamen Champions Wine, en el que este 2019 su Son Roca 2017, que hace honor a la casa donde nació Bernat, ha quedado finalista en la categoría de tintos con hasta 12 meses de crianza en barrica.