Mallorca vuelve a brillar en televisión, esta vez de la mano del programa Viajeros Cuatro, que se ha sumergido en los encantos del sur de la isla, una zona aún por descubrir para muchos. Con un enfoque en la autenticidad, la tranquilidad y la belleza natural, el programa ha recorrido algunas de las joyas más preciadas del territorio mallorquín, revelando un sur que combina paisajes idílicos, historia milenaria y una gastronomía que enamora.
Las cámaras nos llevan primero a la famosa playa de Es Trenc, emblema de aguas cristalinas y arena blanca, para luego adentrarse en calas más recónditas como las de la zona de Cala Santanyí. Allí, escondidas entre acantilados, se encuentran auténticos rincones de postal. Muy cerca, Cala Figuera se presenta como un oasis de tradición pesquera, donde los llaüts siguen surcando el mar al ritmo de las mareas, y donde los pescadores desembarcan cada mañana productos frescos, entre ellos la codiciada langosta, protagonista en muchos de los restaurantes locales.
Entre castillos medievales y salinas
El recorrido continúa por Cala Rajada, con su pintoresco puerto pesquero, y el municipio de Capdepera, que este año celebra el 700 aniversario de su castillo con un vibrante mercado medieval. Desde las alturas, Viajeros Cuatro sobrevuela la campiña mallorquina con vistas a la majestuosa Serra de Tramuntana y, en los días más claros, hasta la silueta de Menorca asoma en el horizonte.
En Campos, el programa descubre el corazón gastronómico del sur. Allí, el cerdo negro mallorquín y las ovejas autóctonas son protagonistas de productos tan emblemáticos como la sobrasada o los embutidos artesanales. Y no podía faltar la «flor de sal», recolectada a mano en las salinas de la Colonia de Sant Jordi, una tradición que se remonta a tiempos romanos y que hoy sigue produciendo uno de los mejores tipos de sal del mundo.
Aventura y libertad en el paraíso
Mallorca es también para los más activos. Desde el senderismo hasta calas vírgenes como Cala Màrmols —accesible solo tras más de una hora de caminata—, hasta el snorkel en aguas que ofrecen más de 30 metros de visibilidad. En El Arenal, las actividades acuáticas elevan la adrenalina, mientras que alquilar un barco sin licencia se convierte en una de las formas más exclusivas de llegar a playas escondidas.
Y si lo que se busca es independencia, la mejor opción es alquilar un coche. El sur de Mallorca, menos masificado que el norte, ofrece carreteras tranquilas flanqueadas por pinares y con el mar siempre a la vista.
Gastronomía con estrella y alojamientos con alma
En lo gastronómico, el sur mallorquín saca músculo. Desde la langosta con huevos fritos en Bon Bar (Cala Figuera), hasta los inolvidables arroces de mar y montaña de Can Calent (Campos), pasando por los pescados a la brasa de Sal de Cocó (Colonia de Sant Jordi), el sabor local está garantizado.
La oferta de alojamiento es igual de diversa: alquerías y casas rurales en plena naturaleza, pequeños hoteles con encanto junto al mar, y también lujo de alto nivel. Un ejemplo es el Cap Vermell Gran Hotel, que además alberga Voro, el único restaurante de Baleares con dos estrellas Michelin, y todo un referente de la alta cocina mediterránea.
Así, el sur de Mallorca se presenta como una escapada perfecta para los que buscan algo más que sol y playa: naturaleza, historia, tradición y placer en estado puro. Un rincón de la isla que, lejos de las aglomeraciones, invita a descubrir la Mallorca más auténtica.
Y en estos "rincones" parece que la ley de Costas se la pasan por el forro. Estuvieron décadas dando la vara con la piscina del periodista (que ya no era suya y que estaba ya cuando compró la casa), pero para los de siempre estos rincones "son encantadores", siempre y cuando no pertenezcan a alguien díscolo con el gobierno de turno.