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Laura Camargo: «El pueblo palestino quiere resistir a toda costa»

Laura Camargo | Pere Bota

| Palma |

Es poco dada a los circunloquios. Su mirada es tan directa como su palabra. Laura Camargo (Rivas Vaciamadrid, 1974) se licenció (Universidad de Alcalá, 1998) y se doctoró (Universidad de Alcalá, 2004) en Filología hispánica. Es profesora del Departamento de Filología Española de la UIB. Al margen de su actividad profesional, ejerce como portavoz de Taula per Palestina. Mahmud Abbas, como presidente de la Autoridad Nacional Palestina, viajó la semana pasada de Palestina a Washington y de Washington a Madrid para entrevistarse, con una actitud de absoluta humildad, con Obama y Zapatero. Con el uno, por ser quién es. Con el otro, por representar lo que no es, porque pese a que sea el actual presidente de la Unión Europea, el poder real le queda tan lejano como la luna. Luego se entrevistó con Sarkozy, con Hillary Clinton... Todos le dedicaron buenas palabras. La alta política es como hacer encaje de bolillos, ya se sabe. Y a veces se hila tan fino que las palabras son huecas. Que si es preciso abrir un nuevo marco de diálogo, que si se trabajará para acercar posturas... Imagino a Abbas, desalentado, sin ningún ángel de la guarda que le dé un poco de calor. Si Abbas hubiera desechado la ruta de los grandes despachos y hubiera llamado con los nudillos en la puerta de tantas asociaciones humanitarias que hay en Europa, se habría percatado de que la conciencia que mueve el mundo (o debería moverlo) habla el idioma de la calle. El lenguaje de las altas instancias avergüenza a buena parte de la ciudadanía. El pasado 31 de mayo la Flotilla de la Libertad pretendía llevar ayuda humanitaria a Gaza y fue atacada y secuestrada por el ejército israelí. El balance se saldó con nueve pacifistas muertos. Y la agresión ha merecido una condena tibia, vergonzante. Zapatero prometió a Abbas que haría lo posible para que la Unión Europea se pronunciara a favor del fin del bloqueo a la Franja de Gaza. O sea, no dijo nada. Abbas debió de pensar que nevaba sobre la Moncloa en pleno mes de junio, tal fue la sensación de frío que percibió. Más le hubieran reconfortado las palabras de Henning Markell, el escritor sueco que iba a bordo del 'Mavi Marmara'. "Solidaridad significa actuar, no solo palabras", dijo Markell. Qué diferencia, su lenguaje, del lenguaje político Aún es actualidad: el ejército israelí secuestró la flotilla que transportaba ayuda humanitaria a Gaza y causó nueve muertos. Hablamos de ello. Me dice:
Laura Camargo.- Siento vergüenza e indignación ante las justificaciones que alegan tanto Israel como los poderes fácticos que le apoyan.
Llorenç Capellà.- La condena internacional ha sido más bien tibia.
L.C.- Será a nivel de estado, porque el tejido social mostró inmediatamente su desacuerdo más rotundo. Pero, vaya, necesariamente he de compartir su punto de vista ya que el lenguaje diplomático no dice las cosas por su nombre. Se denomina, al ejército israelí, ejército de defensa. ¡Y ya me dirá! Siempre agrede. Algo parecido pasa con el muro de Cisjordania. Es el Muro de Defensa, cuando debería conocérsele como el Muro de la Vergüenza.Y así en todo. La política expansionista de Israel también se enmascara bajo el calificativo de misión de paz.
Ll.C.- ¿Cómo la calificaría usted?
L.C.- De proceso de limpieza étnica. Dígase lo que se diga, Israel practica una política excluyente basada en la violencia. La realidad es ésta, no hay ninguna otra. Claro que a quienes la denunciamos se nos tilda de antisemitas.
Ll.C.- Lo cual es falso.
L.C.- Usted dirá. Por muchas razones, además. Pero le diré solamente tres. Primera razón: no soy racista. Segunda, los árabes también son semitas y defiendo sus derechos y libertades. Y tercera, muchísimos judíos denuncian, como hago yo, el apartheid que sufre el pueblo palestino.
Ll.C.- ¿Hay voluntad por relacionar el Holocausto con Israel?
L.C.- Naturalmente. Si una parte de la opinión pública es pro-israelita es porque enarbola la bandera de pueblo perseguido. Y es cierto que lo que hizo el nazismo con los judíos es imperdonable. Pero, cuidado, lo que ellos están haciendo con los palestinos también está penado en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Pueden hacer lo que hacen porque cuentan con el apoyo incondicional de los Estados Unidos y de algunos trusts económicos muy potentes. De todas formas, el problema de Israel parte de su constitución como estado, en 1947. Israel se asienta sobre una falsedad.
Ll.C.- ¿Qué falsedad...?
L.C.- Se la digo. Ellos, los sionistas, decían: Palestina es una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra. Y en Palestina, cuando ellos llegaron, ya había millones de palestinos.
Ll.C.- ¿Cuántos judíos podía haber...?
L.C.- ¿En 1947...? El 5% sobre el total de la población. Pero, aun así, se constituyó Israel como estado y empezaron las exclusiones, mientras las democracias europeas y los Estados Unidos miraban para otro lado. O le vendían armas. Sobre todo Estados Unidos.
Ll.C.- ¿Y España?
L.C.- También. Tome nota: las ventas autorizadas en armamento por el gobierno español al de Israel en 2009 ascienden a 2,8 millones de euros. Y quienes las han vendido han sido los socialistas, los de Zapatero. Ya se puede imaginar para qué sirven estas armas.
Ll.C.- ¿Tiene la impresión de que está luchando contra molinos de viento?
L.C.- En absoluto. La lucha contra el apartheid en Sudáfrica parecía que no podría tener recompensa. Pero no fue así. El apartheid cayó y fue, en buena parte, gracias a la oposición de la sociedad civil internacional. La que ahora se está movilizando contra los abusos de Israel.
Ll.C.- ¿Ha estado usted en Gaza?
L.C.- Por supuesto. Fue en 2006, cuando Israel bombardeaba El Líbano. Markell afirma que en Gaza se tiene la sensación de estar en una gran cárcel al aire libre. Y es así. Aunque ahora Egipto haya abierto la frontera del sur. ¡Imagínese...! La pobre gente sin poder huir y los aviones y la artillería israelíes bombardeando... En 2009, cuando la operación Plomo Fundido, utilizaron fósforo blanco contra la población. ¿Sabe cómo actúa el fósforo blanco...?
Ll.C.- Puedo imaginármelo.
L.C.- Al explotar, se deshace en partículas que se adhieren al cuerpo y arden cada vez que entran en contacto con el oxígeno.
Ll.C.- ¿Produce quemaduras?
L.C.- Y afecta a la respiración. Y a los riñones, al hígado, a los pulmones.... Es una tortura inacabable.
Ll.C.- En 2006, cuando usted estuvo en Gaza...
L.C.- Los bombardeos no cesaban. Y nosotros, los cooperantes, también estábamos encerrados en la Franja. Ayudamos cuanto pudimos a la gente.
Ll.C.- ¿En qué...?
L.C.- Echamos una mano en las escuelas, en los hospitales... Y les trasmitimos solidaridad, algo fundamental, porque tienen la sensación de que el mundo les ha abandonado.
Ll.C.- Seguro que acumulan odio y más odio.
L.C.- Ni lo piense. Los propios palestinos nos corrigen, a los cooperantes, si metemos a todos los judíos en el mismo saco. Nos aclaran que sus enemigos no son los judíos, sino el gobierno de Israel. Son perfectamente conscientes de que hay judíos que se oponen al apartheid.
Ll.C.- Seguro.
L.C.- Los palestinos son un pueblo de paz. Y a las pruebas me remito: predican la resistencia pacífica ante un enemigo que les agrede con las armas más sofisticadas. De todas formas, si se defienden, hacen bien.
Ll.C.- Digamos que es lógico.
L.C.- La Cuarta Convención de Ginebra sobre derecho internacional especifica que toda población ocupada tiene derecho a oponer resistencia a su ocupante. ¡Y Palestina lo está desde 1948...! Y en Cisjordania, que fue arrebatada por Israel a Jordania en 1967, durante la Guerra de los Seis Días, actualmente viven casi medio millón de colonos judíos. Y le diré algo más...
Ll. C.- La escucho.
L.C.- A sesenta y dos años de la ocupación, no hay familia en la Franja de Gaza que no cuente con uno o varios de sus miembros encarcelados o asesinados. Entre la población masculina adulta es muy difícil hallar a alguien que no haya pasado por las cárceles israelíes. A todo esto añádale la miseria, el miedo, la desesperación... Los padres saben que legan a sus hijos un mundo sin futuro.
¿Qué voluntad de paz puede exigírseles?
Ll.C.- ¿Su futuro es sobrevivir?
L.C.- Siempre que sale el tema aludo a una pintada que leí en el muro infamante de Cisjordania. Se la traduzco. Dice: "Existir es resistir". Hay muchísima gente joven que quiere huir de Gaza, de Cisjordania, para vivir lejos de la amenaza continua de las armas. Pero el resto de la población, que es mayoría, sabe que su existencia está ligada a los olivos, a la tierra, al paisaje que le están robando. Y quiere resistir a toda costa.
Ll.C.- Imagino la vida cotidiana. Debe de ser un infierno.
L.C.- Puedo asegurárselo. Vivir con cierta normalidad en Cisjordania es extremadamente difícil. En Gaza es del todo imposible. ¡Si en las escuelas se controla, cuando no se prohíbe, el uso de papel, para que los alumnos no puedan escribir frases de elogio a Hamás...! También se ha prohibido el cemento para que no se levanten fincas para Hamás...
Ll.C.- ¿La he entendido bien...?
L.C.- Perfectamente. Con la excusa de combatir a Hamás, los israelíes castigan a un millón y medio de personas absolutamente pacíficas. Y atienda: los castigos colectivos están penados por el derecho internacional.
Ll.C.- Y el derecho internacional, ¿quién lo tiene en cuenta?
L.C.- Israel, no, desde luego. Las Naciones Unidas han dictado más de cuatrocientas resoluciones condenatorias. Y no han sido atendidas.
Ll.C.- La cuestión alimentaria en la Franja de Gaza...
L.C.- Penosa. Los niños sufren desnutrición y últimamente se ha detectado la presencia de sulfatos en los manantiales, lo que hace que los bebés mueran por docenas al consumirlos a través de los biberones o de las papillas.
Ll.C.- ¿Desde cuándo sucede esto?
L.C.- Desde los bombardeos del pasado año. Israel bombardeó las infraestructuras: los puentes, las carreteras, los hospitales, las centrales eléctricas. Todo hace pensar que sulfataron el agua de los manantiales.
Ll.C.- ¿Y los medicamentos...?
L.C.- Dependen de Israel, porque están sujetos a bloqueo. En los hospitales se vive al límite. Sólo hay morfina o gasas o desinfectantes para tres días. Ya me dirá cuál es la angustia del personal sanitario...
Ll.C.-...
L.C.- La operación Plomo Fundido causó mil cuatrocientos muertos, de los cuales trescientos y pico eran niños. Pero esto no es nuevo. Desde 1948 hay un goteo incesante de víctimas. Y unos cinco millones de exiliados. ¡Y nada le digo de los encarcelados...! Actualmente, en cárceles israelíes, hay once mil presos palestinos. A quien llega por primera vez a Gaza le sorprende ver, en cada casa que visita, un número indeterminado de fotografías de familiares, enmarcadas, y colgadas en el salón o reclinadas encima de un mueble.
Ll.C.- ¿Quiénes son...?
L.C.- Los mártires próximos. Es una forma de recordarles y de rendirles homenaje imperecedero. La tragedia ya se ha instalado en todos los hogares. ¡Si le contara...! Los detenidos ni siquiera tienen derecho a un juicio justo. Ni a nada. Se les tortura. Una de tantas torturas consiste en esposarles con los brazos a la espalda, por debajo de los muslos, de manera que tengan que permanecer con el cuerpo doblado. Y permanecen así horas y horas, hasta que los calambres son insufribles. También se les tapona la respiración hasta que los pulmones están a punto de estallar.Y se les golpea. A todos se les golpea.
Ll.C.- Antes ha hecho una distinción entre Cisjordania y Gaza.
L.C.- En Cisjordania la represión no es tan visible. Se puede ir al trabajo, a la universidad... En Gaza, nada de esto. La mirada de los niño en Gaza da escalofríos. Hay miedo y rabia. desesperanza. Han visto cómo asesinaban miembros de su familia. Se saben encerrado como animales... En trescientos cincuenta kilómetros cuadrados habitan un millón y medio de personas. Y hacinadas de cualquier manera. Un sesenta por ciento de la población carece de luz eléctrica. Y los cortes de suministro oscilan entre las seis y las doce horas diarias. No hay frigoríficos ni posibilidad de almacenar alimentos...
Ll.C.- ¿Hay trabajo remunerado para todos?
L.C.- Qué va. La tasa de paro afecta a un ochenta por cien de la población. Y usted me dirá en qué invierten los días los parados. Pues intentan reconstruir los edificios derruidos. Pero como se les niega el cemento, utilizan sacos de arena mezclados con no sé qué. La necesidad aguza el ingenio. Tenga en cuenta que se quedaron sin escuelas, sin mezquitas...
Ll.C.- Sin una economía activa, ¿de qué viven?
L.C.- De la ayuda internacional. Por esto es tan necesario que los barcos puedan superar el bloqueo.
Ll.C.- ¿Y si Israel los secuestra?
L.C.- Se quedan sin alimentos, sin medicinas, sin ropa. Israel, de tarde en tarde, organiza sus propias caravanas de ayuda. Pero ¿de qué ayuda estamos hablando...? Porque en las escuelas no hay cuadernos.
Ll.C.- En conclusión, ¿pretende Israel aniquilar al pueblo palestino?
L.C.- No me cabe la menor duda. Y la excusa para hacerlo es Hamás. Se dice que es una creación suya.
Ll.C.- ¿De quién...?
L.C.- De Israel. Tenga en cuenta que Palestina ha sido tradicionalmente un estado laico y democrático, alejado de todo fundamentalismo. Faltaba un pretexto que justificara la agresión.
Ll.C.- Ya.
L.C.- Y Hamás les ha venido como anillo al dedo a los israelíes. Pero no nos engañemos. Con la excusa de combatir a Hamás, Israel se apodera de un territorio que no es suyo y destruye moral y físicamente a quienes lo habitan. El conflicto no tiene otra lectura.

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